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Llegada del croissant a México fue durante la Segunda Intervención Francesa

Recordemos que, junto con los militares extranjeros, también llegaron cocineros, confiteros, panaderos y pasteleros europeos que trajeron sus técnicas y conocimientos.

Redacción La Campiña

MÉXICO.- Aunque no tiene un origen preciso, según la leyenda, se dice que estando sitiada la ciudad de Viena por los turcos en 1683 -otros dirán que fue la ciudad de Budapest- un panadero que trabajaba durante la noche para ofrecer alimento a los defensores, escuchó unos débiles ruidos subterráneos que resultaron ser causados por un intento turco de invadir la ciudad a través de túneles. El túnel fue volado y el panadero pidió como recompensa que el derecho exclusivo de hornear un pan en forma de medialuna -que es uno de los símbolos de la bandera turca- para conmemorar el incidente, naciendo así el croissant.

Por su parte, el chef Jim Chevallier, que ha llevado a cabo una extensa investigación sobre la historia del croissant, está de acuerdo en que los orígenes narrados a partir de la ciudad sitiada no son más que relatos pintorescos, que nada tiene que ver con su origen. De hecho. Chevalier centra su investigación en la conexión que existe entre el croissant francés y el kipfel vienés. Este último, también en forma de medialuna, y reconoce al panadero vienés August Zang, como el hombre que introdujo este pan a Francia a fines de la década de 1830.

Su introducción a nuestro país, de acuerdo con Cristina Barros y Mónica del Villar, fue durante la Segunda Intervención Francesa, periodo durante el que se observa la presencia de los croissants y los brioches en las panaderías de la ciudad. Recordemos que, junto con los militares extranjeros, también llegaron cocineros, confiteros, panaderos y pasteleros europeos que trajeron sus técnicas y conocimientos.

La materia básica para la elaboración de los croissants y de cualquier otro pan es la harina de trigo, que, si lo pensamos bien, este cereal formó parte de toda esa serie de cultivos, productos y animales, que introdujeron los españoles y que, a la larga, modificaron y afectaron el paisaje, la cultura, la organización y la vida toda de la población mesoamericana. Se estima que el trigo se incorporó a la agricultura nacional, el mismo año de la conquista.

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En la actualidad, la producción de trigo es importante en la industria de los alimentos. En 2020, México produjo 2.9 millones de toneladas, de las que alrededor del 75 por ciento se concentró en los estados de Sonora, Guanajuato y Baja California. El primero de éstos, aportó un poco más de la mitad de la producción nacional.

De igual forma, la mayoría de los volúmenes producidos -90 por ciento- se cosechó en sólo tres meses: abril, mayo y junio.

A pesar de la magnitud que produce México en este cereal, requerimos de importaciones para abastecer la demanda nacional, en 2020 se importaron cerca de 4.4 millones de toneladas.

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