Macario Negrete, un actor en la cocina
PUEBLA, MÉXICO.- En un café de la 43 Poniente de la ciudad de Puebla me reencuentro con Macario después de año y medio. Él está sentado en una esquina de la terraza, con sus audífonos puestos, su cenicero y una bebida de fresa. Nos vemos, él se levanta para saludar y la sonrisa se me desborda del cubrebocas y aunque no lo había visto, nos abrazamos como si la pandemia no existiera.
Conocí a Macario una tarde de hace 10 años, en un pequeño salón de la Casa de la Juventud en Puebla. Todos ensayábamos una coreografía para una presentación teatral cuando él llego vistiendo un overol y se sentó frente a nosotros, observando. Cuando finalizamos, todo mundo corrió a saludarlo y descubrí que él era Macario: del que todos hablaban y adoraban.
Macario es actor, estudio artes dramáticas en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), ha dirigido y codirigido varias obras teatrales y musicales. También es cantante, fue vocalista en una banda de rock poblana, llamada Hexapolar, pero la cocina, también es parte de él.
“Yo te sé cocinar todo tipo de arroz: verde, blanco, rojo, azul, amarillo… y me sale bien esponjadito” (risas)
¿Cómo inicia tu experiencia con la cocina/comida de manera profesional?
Empecé a buscar opciones de trabajo para compaginar con mi carrera y entré a trabajar a los bares y restaurantes con cualquier puesto: mesero, personal de barra, personal de cocina… y poco a poco me empezó a llamar la atención, así que al mismo tiempo que hice una carrera artística, descubrí que había hecho una en el medio restaurantero. Después me di cuenta de que eso me abrió las puertas para tener mejores puestos, tomar cursos y capacitarme. Así fue como llegue a la cocina.
“Desde luego mi primer acercamiento fue en casa: ahí aprendí lo que es la sazón, la sal, las especias y todo. Principalmente gracias a mi papá, quien cocina muy bien”.
¿En algún momento decidiste cambiar tu carrera?
No. La cocina ha sido una parte muy importante en mi día a día. Muchas veces cuando dirigía las puestas en escena, para explicarme mejor con los actores, les ponía ejemplos de cocina, eso me ayudaba para darme a entender mejor y que ellos supieran qué es lo que tenían que hacer. Ahí descubrí que la comida es un canal de comunicación, sobre todo cuando están familiarizados en la cocina, porque lo entendían y aplicaban en su quehacer artístico. Lo malo era cuando no sabían nada de comida porque era peor, no me entendían nada (risas).
¿Has cocinado toda tu vida?
No. Empecé a hacerlo cuando llegué a Puebla, a los 17 años, porque fue cuando empecé a vivir solo. Mis papas hacían el super y yo no sabía cómo preparar nada. Recuerdo que la primera vez que quise cocinar un arroz, le hablé a mi mamá y ella me fue diciendo todo por teléfono.
“Hubo un detalle cuando me dijo que le agregara la cebolla, el jitomate y el ajo: no me especificó cantidades y yo tampoco le pregunté, así que le eche como tres cabezas de ajo completas, no los dientes, las cabezas. Toda la casa olió a ajo como tres meses, pero el arroz estaba delicioso. Fue ahí cuando empecé a pulir la técnica milenaria del arroz”
Me gusta cocinar para familia y amigos, pero hacerlo de manera profesional siento que le quita toda la magia y encanto, para mí. Trabajar en restaurantes también me ayudo a conocer tips secretos, o cómo usar el fuego alto, el fuego lento, los tiempos de cocción y términos de algunos alimentos. Sin duda fueron cosas que fui aprendiendo sobre la marcha y porque me apasionaba.
¿Qué te gusta hacer cuando cocinas?
Me gusta escuchar música. Me pongo unas cumbias, bailo rico, me gusta arreglarme, en general armar un espacio y energía bonita, porque siento que cuando estás feliz la comida sabe mejor, todo lo trasmites al sazón. He descubierto que no me gusta cocinar cuando estoy de malas, porque la comida no me queda bien.
En definitivo, cocinar para uno y para nuestros seres queridos, no es lo mismo que trabajar en un restaurante.
¿Qué paso con tu carrera de actor? ¿Piensas retomarla?
De momento no. Tiene dos años que lo deje y no está en mis planes retomarlo por ahora. El año pasado me invitaron a participar en un proyecto, pero todo era vía zoom y no me gusto. El teatro es algo orgánico, necesitas estar en contacto con el público y demás actores, así que no.
“En la pandemia, cuando buscaba trabajo nunca vi en el periódico: se busca actor, buen sueldo; más bien siempre era: se busca cocinero, meseros, o trabajos que yo sé hacer”.
¿El teatro desaparecerá de ti?
No me imagino haciendo teatro de lleno otra vez. No es algo que veo en mi futuro porque necesito trabajar en algo que me deje económicamente, y el restaurante y comida lo hacen. En algún futuro me gustaría trabajar en un foro artístico, o ponerlo yo mismo, pero indudablemente tiene que haber un restaurant o café, ofrecer el servicio de comida es algo que me gustaría mezclar con el teatro desde la parte administrativa, más que con la ejecución de actuar per se.
Platícame de tu emprendimiento de hamburguesas.
¡Eran deliciosas! Estuve casi un año. Traté de meter productos de la mejor calidad. Eran hamburguesas al carbón, artesanales, con una receta familiar. Las vendía en paquetes: hamburguesas con papas, alitas o hamburguesas solas. Justo a lado de mí, vendían unas tortas de tamaño monstruoso por $35 y mi paquete costaba $50 y el publicó de la zona no estaba dispuesto a pagarlo, porque literal, con las tortas de al lado comían tres personas. Hubo veces que me tuve que regresar a mi casa caminando con tal de vender un poco más y el transporte ya no pasaba. Después de un rato, tomaba las cosas que tenía había que lavar en casa, lo que me sobraba del producto y lo guardaba en mi bolsa. Me iba caminando desde La Margarita hasta Soriana Torrecillas. Y al día siguiente otra vez.
“Aunque no tuve éxito, me quedé con una gran experiencia, fue una cosa muy bonita porque fue la primera vez que yo pude hacerme de unos ahorritos y decir: ve por ti, hazlo por ti, emprende. Yo no fracasé, aprendí”.
¿Cómo te ves en un futuro?
Me veo viviendo de lo que hago ahorita: servicio al cliente, restaurante y comida. No como artista. Trabajar en el restaurante y dedicarme a la comida me gusta porque se valora mi aspecto creativo: yo puedo inventar bebidas que a la gente y a mis jefes les gusta. Eso para mí es muy importante.
¿Te has capacitado para mejorar en esta nueva formación?
Sí. He tomado varios cursos relacionados a las bebidas: mixología, cafés; tengo certificaciones como barista. En cuestión de la cocina no, siento que muchas veces lo que he aprendido obedece más a la observación que tengo. Las recetas y procesos los he aprendido de manera empírica. Al final, la cocina es un trabajo artístico y todo lo he aprendido de manera visual y práctica.
¿Ha influido esta profesión en tu personalidad y carácter?
Creo que la personalidad no cambia, pero sí la forma en cómo me vínculo con el mundo. Desde mi experiencia, mi trabajo en restaurantes sí ha tenido que ver en una permuta personal. Ya no me subo a las mesas a cantar ni me quito la ropa (risas). Ahora soy de perfil más bajo. Ya no quiero llamar tanto la atención, quiero trabajar, aprender y divertirme de manera diferente. La gente en teatro plática de unas cosas y la gente que convive y se relaciona con la comida, habla de otras, se relacionan diferente, tienen otro perfil. Me he ido adaptando a ello y he aprendido a funcionar diferente. Me gusta mucho el nuevo perfil que tengo ahora.
“Respeto la comida, los ingredientes frescos, la alquimia gastronómica es muy importante y tenemos que cuidarla. Cuando le damos una intención a los alimentos, sus sabores son diferentes. Cuando lo hacemos con amor, alegría y procuramos los productos, la comida sabe mejor. La comida debe tener alma”.
LAS RAPIDITAS
- ¿Cuál es tu comida favorita?
Enchiladas suizas.
- ¿Qué comida no te gusta?
La moronga, pancita y comida muy picosa.
- ¿Dulce o salado?
Salado
- ¿Te gusta hacer postres?
Solamente postres cannábicos.
- ¿Bebida caliente o fría?
Caliente. Soy stalker de café.
- ¿Compartes las recetas secretas?
Sí pero no a todos.
- ¿Cuál es el platillo que más te gusta preparar?
Frijoles charros. Hasta me levanto temprano para hacerlos.
Platicar con Macario es expandir la mente, abrazar su mensaje, compartir su pasión por la comida y el arte, darte cuenta de que siempre hay opciones, explorar otras alternativas y, sobre todo, pasarla siempre bien.