Columnas

De aquí pa’ llá… Citas y preguntas

Vicotrópico

“Hay que acabar con esta Tierra,

desde la playa hasta la sierra…”

Nosotros somos los marranos.

El Personal

 

¿Recuerdan que en mayo de este año se puso fea la cosa con respecto a la calidad del aire?

La pérdida de visibilidad fue el más alarmante de los indicadores, el impacto visual no pierde fuerza, pues.

Durante algunos días, Puebla fue la ciudad más contaminada del país al haber llegado a los 166 puntos de acuerdo al Índice de Calidad del Aire. Polvo, hollín, metales, cemento, polen, esporas, excretas animales y humanas, quema de basura, pirotecnia, smog y cenizas son algunas de las partículas que conformaban (y aún lo hacen) la nata que veíamos en las fotografías que rolaban en los medios. Materia fina particulada, ojo al parche.

Las partículas provenientes de la combustión del diesel – por tomar un ejemplo, así a la mano – son especialmente dañinas por ser tan pequeñitas y con ello la facilidad que adquieren para colarse en nuestro sistema y en todos lados, es como para historia de terror. Las afectaciones en el sistema respiratorio y ocular no son para desestimarse; súmele pues, que son partículas hidrófobas y por lo tanto no es nada fácil que la lluvia -como solución natural- se encargue de ellas.

 

“…la muerte de cualquiera me afecta,

porque me encuentro unido a toda la humanidad…”

Las campanas doblan por ti.

John Donne

 

¿Y qué onda con los activistas ambientales?

Cuidan la vida, guardan estrecha relación con el mundo verdadero.

Sus relevos, cada vez más imposibles; la oscuridad es niebla negra y de muerte.

Imagino que una mancha se desprende desde algún tétrico torreón, salpicando aquí y allá la porción de mapa que nos corresponde. Manchas cáusticas, de luto, carcomientes del tejido social y cuanto encuentra a su paso.

¿Dónde se encontraban antes de encarar al mal y el malo[1]? Limpiando frijoles, frente al teclado redactando un comunicado, saliendo de alguna reunión, camino al puesto de observación, a punto de entrar a la regadera, de vuelta por el parque… los lugares más habituales dejan para los cercanos, un aire de mal plan, se quedan sembrados de miedo sitios y personas.

Tétrica época que nos toca vivir donde defender bosques, cuidar el agua, querer un cielo limpio y comer sano son actos que causan persecución y cese de funciones.

No tenemos suficiente con haber nacido para ser testigos de la gran debacle; ser parte de las generaciones que no podrán “heredar” un mundo bueno a sus descendientes… Además, merman nuestros paladines.

 

“Se va la vida, se va al agujero,

como la mugre en el lavadero…”

La mujer (se va la vida, compañera).

Gabino Palomares

 

¿Cómo reaccionar a la privatización de lo más elemental?

Por áhi de 2,000 millones de personas no tienen acceso al agua y su privatización es el gran tema que el colectivo humano habrá de librar en lo inmediato. Su control cada vez será más deseado y las consecuencias -ufff, cuidado- revelarán escenarios nunca imaginados en donde el pillaje y la rapiña que el actual sistema económico han potencializado no serán sino escarceos de cachorritos.

 

“Vivo el peligro de morderme las encías,

de recordar que sólo soy un malherido.”

Real de Catorce

 

Parte de la sintomatología moderna es el sentimiento de alienación que nos lleva a la no acción, nos acurrucamos en estímulos cortitos -espejos por netas-, nos ocupamos en el trabajadero que tanto nos absorbe y consume, poco tiempo nos queda y entre los créditos y la familia y las amistades nos extinguimos el fuego interno; total que ni por asomo pensamos en términos de comunidad.

Existimos como dientitos de engranitos, piezas (muchas veces cascadas) de la gran maquinaria desechando los destellos de las Villaseñor, Thunberg, Espiñeira, Margolin, Xakriabá… y la lista sigue.

La indicación es desdeñar todo; malheridos, perdidos y confundidos. Las alas rotas.

La pregunta se la hace cada quien.

[1] De Muertos Incómodos. SCIM y PIT II. Joaquín Moritz, 2004.

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