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Tajyouilis tortas, las “tortas de sufrimiento” que nacen del sincretismo nahua y totonaca

Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- En el sincretismo religioso nahua y totonaca de la Sierra nororiental de Puebla, durante el Tajyouilis (Semana Santa) no está permitido comer tortilla, pues es el maíz donde el Sol trasmite su alimento y fuerza a los hombres y época de combate del Gran Astro con los seres oscuros que habitan la Tierra.

De acuerdo con la mitología indígena, durante estos días de combate —Jueves Santo y Vienes Santo—, los hombres sufren con el Sol y para no afectarlo en la batalla, evitan bañarse, peinarse, lavarse las manos y mezclar el maíz con el agua, la cual, creen, infecta las heridas.

Es en este contexto donde nacen las tajyouilis tortas (tortitas de sufrimiento), receta con la cual el cocinero tradicional poblano Nereo Pérez Francisco, originario de Zapotitlán de Méndez, pasó a la semifinal del concurso emitido por la Secretaría de Cultura “¿A qué sabe la Tierra”, en la cual compitió con cerca de 600 recetas tradicionales de otros estados de la república.

En entrevista con LA CAMPIÑA, Nereo narró la mitología que envuelve a este platillo, el cual comparten los nahuas y totonaca de la Sierra Norte de Puebla.

Como explicó Pérez Francisco, en los días de Semana Santa no se puede comer el maíz como en el resto del año, principalmente nixtamalizado, porque este proceso incorpora agua, la cual es dañina para el Sol y podría agrandar las heridas que tiene por el combate con los seres oscuros. Como alternativa, por generaciones han hecho las “tortitas de sufrimiento”.

“Nosotros también tenemos un sufrimiento con él, el pelea y sufre en esos días, por eso a la semana Santa la llamamos Tajyouilis”.

Desde días antes se tuesta y muele el maíz y se guarda el polvo para cocinarlo el Viernes Santo. e bate con huevo y queda una pasta con la que se forman pequeñas pelotitas que se fríen en manteca de cerdo en una cazuela.

“Dicen que nuestro cuerpo es de maíz, es nuestra fuerte, y como ahí se concentra la energía del señor Sol, toda su fuerza lo pone en el maíz y nos lo da a nosotros para que tengamos fuerza y energía. Pero ese día entra en combate y no tiene fuerza, por eso se tuesta días antes para que pierda su energía y quedé en polvo, o se fermenta para el atole agrio, donde también pierde fuerza y ya no es un maíz como tal”, narra el licenciado en Lengua y Literatura.

Aparte se hace un caldillo con chipotles, chile ancho, chile de árbol y jitomates asados, molido a metate y se fríe en la misma cazuela donde se frieron las tortitas, se le pone agua y hojas de aguacate; en las comunidades totonacas de la región suele agregarse canela, comino, clavo o pimienta al caldo para dar un sabor diferente.

Sólo hasta después del mediodía del viernes se pueden comer, luego de que el Sol y la Tierra se vieron de frente y ya murió el día, pues se augura que el astro volverá a aparecer a la mañana siguiente.

El también artesano de telar de cintura, mencionó que la comida se intercambia entre los compadres de la comunidad; allá, además de llevar las tortitas de sufrimiento, se les llevan unas tortillas de frijol, que se elaboran de la misma manera sólo intercambiando la semilla de maíz por el frijol torito, lo cual representa una gran posición económica, pues el que tiene frijoles en la región “es pudiente”.

A DESTACAR

Aunque las abuelas todavía cocinan el platillo cada año para conmemorar el Tajyouilis, Nereo Pérez señala que es una receta que cada vez es menor entre la población jóven de la comunidad, por lo que haber entrado al concurso nacional “¿A qué sabe la patria?” y ser finalista espera que sea una alimento reconocido no sólo por los miembros de la comunidad, sino del estado y el país.

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