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Cemita, semita, azemita, azemíte, azemite o zemita

Es un pan grande, crujiente, con una tapa curvada y decorada con ajonjolí.

Luisa Rentería

La cemita, como popularmente se escribe y conoce, es uno de los últimos antojitos creados durante el siglo XX, después de la Revolución Mexicana. Este antojito, que bien puede consumirse a cualquier hora del día y frío,  es un platillo enteramente poblano, pero, su popularidad ha llegado a ser un tema no sólo nacional, sino internacional. Y no solo su popularidad, sino que es un alimento que discute el origen y correcto uso de su nombre y escritura, a comparación de otros alimentos donde el tema de discusión central es su origen.

Para empezar, debemos recordar (o conocer) que la cemita se trata de un pan grande, crujiente, con una tapa curvada y decorada con ajonjolí. Como muchos de los platillos famosos, su origen tiene presencia en las clases bajas o populares, por el bajo costo de su pan y el fácil acceso de poder rellenarlo con lo que se tuviese a la mano: literalmente, la imaginación es la limitante en cuanto a rellenos de este pan se refiere. El origen de la cemita se centra en la conexión cultural entre las variedades de pan y harinas que llegaron después de la Conquista.

Fotografía: Katia Fernández / EsImagen

Los mitos, leyendas y propiedades de este antojito son incontables, pero, los comienzos más populares en cuanto a su consumo se vieron en el emblemático callejón de Los Gallos, del Mercado de La Victoria.

Para hablar de sí la palabra cemita es correcta o no, debemos remontarnos a una variedad de procedentes. Por un lado, el historiador Carlos Eduardo Benítez, menciono que “el nombre de cemita tiene relación con el pan sin levadura de origen judío (semita) cultivado en España por la población sefardita (judío-española) desde el Imperio Romano”.

Por otro lado, se menciona que su nombre proviene de la palabra “ácemite”, por la calidad del pan, mismo que no llevaba levadura. Otros nombres antecedentes de la cemita son: azemíte o azemite. Derivado de todas las transformaciones en el nombre de este antojito, bien por razones culturales o históricas, el escritor Jesús Manuel Hernández hizo una pregunta importante en su libro, “Orígenes de la Cocina Poblana”, procedente de estos antecedentes lingüísticos: “¿De la palabra azemita, se pudo pasar a zemita y acabar en cemita?”

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La palabra semita, tiene origen en que, supuestamente, la harina que se utilizaba para la elaboración de este pan provenía de la sémola.

Si bien, después de este breve recorrido, podemos intuir que el nombre “correcto” para referirnos a este antojito poblano, proviene según la harina y modo en que se prepare, lo cierto e indiscutible es que no hay registro de que la cemita que conocemos tenga origen en ningún otro lado.

 

 

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