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Cocinera seri rescata uso de harina de mezquite

Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- Hasta hace unos 50 años, la harina de mezquite era usual entre las comunidades seris en el desierto de Sonora, pero la entrada de otros productos como la harina de trigo desplazó su consumo y relegó al olvido esta práctica gastronómica ancestral de los pueblos indígenas del norte de México.

Como toda una defensora de la cultura seri, la cocinera tradicional María Cristina Félix adoptó la encomienda particular de rescatar el uso de la harina de mezquite para la elaboración de tortillas y otros alimentos, como panes y atoles.

Originaria de la comunidad Comca’ac de la Isla del Tiburón, en Sonora, María Cristina narró a en entrevista para LA CAMPIÑA que fue desde hace unos 10 cuando empezó su interés por el rescate de esta harina para reincorporarla al consumo habitual de su pueblo.

El mezquite es uno de los árboles más antiguos y característicos de la zonas desérticas de México, es una planta muy resistente a climas duros y la harina de sus vainas contiene más proteína y fibra que la harina de trigo, no contiene grasa ni azúcar, aunque tiene un dulzor natural por la péchita (vainas que da el mezquite), como explicó la también artesana.

EL CAMBIO DEL TRIGO

Durante su reciente visita a Puebla para dar la conferencia “Rescatar la harina”, como parte del diplomado Latidos de la Cocina Tradicional Mexicana del Centro de Lecturas, Escrituras y Memorias (LEM), relató que los miembros de la etnia se dieron cuenta de que el trigo estaba causando enfermedades y comenzaron a ser propensos a enfermedades como diabetes e hipertensión.

“La harina de mezquite la hemos rescatado porque es una comida de antes, nuestros ancestros comían esa harina y no se enfermaban, esa harina era como una medicina que ellos consumían y en aquel tiempo no había obesidad, diabetes y muchas enfermedades que hoy tenemos”.

Aunque por siglos fue utilizada tanto en el Desemboque en Pitiquito, como en Punta Chueca, municipio de Hermosillo, con el tiempo se fue sustituyendo por la harina de trigo y dejando atrás el conocimiento de su elaboración.

“Yo pienso que es más fácil de comer la harina de trigo porque ya te lo venden preparado, la harina de mezquita nosotros lo tenemos que preparar, el proceso es un poco pesado, es muy laborioso y no todos tenemos el aprendizaje de hacerla”.

Para hacerla, cuenta Félix, se recolectan las vainas secas del mezquite, se lavan, desinfectan y se llevan a un molino para producir el polvo que posteriormente se tamiza; de ello resulta la harina con la que se pueden preparar diversidad de alimentos como atoles, agua, tortillas, tamales, panes, o también puede utilizarse como ingrediente para preparar platillos más elaborados.

Si bien esta harina es tradicional de los seris, señaló que puede ser comunidad por cualquier población, por lo que el interés más allá del rescate es la enseñanza y difusión de este alimento para las nuevas generaciones.

“Más que nada es en los jóvenes, hay mucho interés en aprender y consumirla porque se pueden hacer muchas cosas (…). Yo sigo intentando que esto se vuelva a consumir pero a la vez hay gente que no son de la misma etnia y lo consume más que la propia etnia, ese es otro problema que tenemos que aclarar”.

Junto a María Cristina hay otras 12 mujeres en el trabajo de rescate del alimento, por lo que para este año esperan ofrecer taller a los jóvenes hablando no sólo en lo que tiene que ver con la harina, sino también con las comidas ancestrales de la región, sus beneficios para la salud y la conexión que ellas tienen en un plano más espiritual:

“Nosotros nos conectamos en la naturaleza cuando estamos alimentándonos, con las comidas que nos da la naturaleza y eso es como aumentar los saberes, protección a los animales, cómo convivir, cómo entender de cómo alimentarlos”.

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