Huertos urbanos no buscan reemplazar a agricultores
Estas formas básicas de producción generan una conexión con la tierra, además de que ayuda a tomar consciencia de los tiempos de la naturaleza en una sociedad en donde todo se da muy aprisa.
Desde una maceta, una jardinera, una azotea, un patio, hasta un terreno abandonado, al ser preparados de manera adecuada pueden ser espacios suficientes para emprender huertos urbanos, pues el tamaño no es lo que importa sino el cuidado que se le dé a las plantas.
Para entenderlo hay que tener claro que un proyecto de este tipo no busca generar alimentos para el autoconsumo, sino que es una forma en la que las personas de las zonas urbanas puedan aprender el proceso de producción de los alimentos que consume, explica Favio Pumarino, coordinador de Sembrarte.
“La agricultura urbana es la producción de alimentos en espacios que no son los del campo; es una herramienta, una práctica. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) la define como una garantía de alimentos para la población pero no es tanto por la cantidad que se produce sino por el conocimiento del método”, explica Pumarino en entrevista para La Campiña.
Aunque una idea generalizada es que por medio de un huerto urbano las personas podrían llegar a producir el alimento que necesitan, esa no es la concepción de estos proyectos pues “en ningún momento se pretende sustituir la actividad del campo; al contrario, pretende alinear conceptos sobre qué queremos comprar o qué queremos pedir al agricultor”.
La agricultura urbana es parte de lo que se llama “alimentación consciente”, pues sirve para que las personas aprendan cuáles son los procesos, tiempos, requerimientos y dificultades de la producción agrícola, de manera que su relación con los campesinos sea más estrecha e informada.
Pumarino subrayó que un huerto urbano puede no ser lo más productivo, pero esto se debe a que se busca hacerlo de la forma más agroecológica posible, pues al no haber una necesidad o una exigencia de hacer una producción masiva para cubrir necesidades reales de consumo no se busca la explotación sino el aprendizaje.
Aunque, continuó, si uno sí quiere tener su huerto casero para la producción de sus alimentos es posible, pero habría que invertir más dinero y tiempo, además de que se tendrían que aplicar técnicas o modelos más intensivos con el riesgo de que no se dé lo que uno espera, por lo que reiteró que lo menos importante en este tipo de proyectos es lo que uno se llegue a comer.
Función social y humanitaria
Los huertos urbanos van más allá de tan sólo las prácticas de producción agrícola en espacios de la ciudad, sino que cumplen una función social y humanitaria importante; “si lo ves con el tiempo, la agricultura urbana siempre surge como una necesidad de reconexión, una necesidad de calmar alguna situación; después de una guerra hay agricultura urbana, como cuando Cuba se quedó sin el apoyo de la URSS, es una solución a corto plazo, como volver a retomar un rumbo”, reflexiona Pumarino.
Con el aprendizaje de estas formas básicas de producción, las personas generan una conexión con la tierra, además de que ayuda a tomar consciencia de los tiempos de la naturaleza en una sociedad urbana en donde todo se da muy aprisa.
Además, cuando se tratan de huertos comunitarios, en espacios públicos o incluso dentro de una misma empresa o escuela, éstos se convierten un pretexto de integración y convivencia, casos que se han visto, por ejemplo, en zonas de Estados Unidos donde existe todo un tejido social en torno al huerto de una determinada colonia.
Y si bien con estas técnicas uno no puede cubrir sus necesidades alimentarias, sí sirve para cambiar las decisiones de compra e incluso apoyar a los productores locales en vez de ir al supermercado a comprar un producto que uno no sabe cómo se produjo o qué tan sano sea pues “una empresa busca una gran producción para generar dinero, no alimentos”.
En Puebla
En el caso de Puebla los huertos urbanos son poco conocidos, en contraste con la Ciudad de México, aunque en la zona de las “Cholulas” se concentra más de la mitad de los proyectos de este tipo que se tienen en la actualidad.
Uno de estos es Sermbarte, que se ubica en la colonia Bugambilias desde hace unos cinco años, donde además de tener las camas con diferentes tipos de cosecha se dan talleres de huertos urbanos o de aprovechamiento de las cosechas.