Recolectores de hongos silvestres, un trabajo que va de generación en generación
PUEBLA, MÉXICO.- Los recolectores de hongos silvestres en la región del Cofre de Perote se juegan la vida al ejercer esta labor tradicional que forma parte de su modus vivendi; sin embargo, son los conocimientos ancestrales transmitidos durante generaciones los que los respaldan en la identificación de las setas que son el sustento de los cientos de personas que viven en esta montaña.
Una investigación realizadas por la Universidad Veracruzana (UV) en la región del Cofre de Perote en Veracruz –recogida en el corto documental Hongos silvestres de Perote, Veracruz– señala que más de 200 especies comestibles y medicinales crecen en forma abundante durante la época de lluvias, que va de julio a septiembre, y son utilizadas con fines de autoconsumo y venta en los mercados de poblaciones aledañas.
De acuerdo con Armando López, biólogo del instituto de investigaciones forestales de la UV, son al rededor de 400 personas quienes se dedican a la recolección de los hongos silvestres; durante seis meses recolectan este material orgánico para comerlo y venderlo en las comunidades aledañas como Las Vigas, La Joya, Xalapa y principalmente en mercado de Perote.
A propósito de su visita a Puebla para participar en el Primer Foro, Simposio y Feria Gastronómica “Los hongos comestibles, funcionales y medicinales” organizado por el Colpos Puebla y la Universidad UPAEP, el investigador explicó a LA CAMPIÑA que definitivamente la relación que existe entre los hongos comestibles y medicinales y la gente que vive de ellos en la región antes referida, es muy estrecha, pues más allá de su vinculación como forma de manutención, se trata de una forma de vida que ha sido donada por sus antecesores, quienes han transmitido incluso saberes que a los científicos les es difícil identificar:
“Ellos saben dónde viven, cuando nacen, cómo recolectarlos, cómo cuidarlos (…). Su conocimiento es muy confiable, yo tengo muchos años estudiando hongos comestibles y ellos nunca se han equivocado en una identificación. Entonces, es algo relacionado con su vida propia durante más de un siglo”.
El especialista que ha estudiado por más de 30 años los hongos de la región, dijo que el uso de los hongos comestibles silvestres parte de una tradición prehispánica que se ha mantenido con la gente de estas zonas, pues se trata de una situación histórica y coevolutiva donde el conocimiento y uso de los hongos indican la estrecha relación de los grupos humanos y este recurso natural.
“Ellos nacen allí y sus padres y abuelos les enseñan cómo identificarlos, es un conocimiento muy importante que les toma toda su vida. Ellos se juegan la vida por ese dominio, porque algunos son venenosos. En la universidad si te equivocas te reprueban y ya, pero ellos se mueren”.
El consumo es amplio, de modo que la venta de las setas ha sido un negocio benéfico para las personas de estas comunidades, donde la gente local prefiere los hongos silvestres a los cultivados por su sabores, mejores alternativas de cocinar y propiedades organolépticas que son diferentes de los cultivos.
Aunque a la fecha ha habido manifestación de los llamados “acaparadores”, quienes suben a la montaña a comprar para revender en los mercados, Armando López mencionó que continúa siendo un buen negocio para estas familias, quienes logran vender hasta 3 mil y 4 mil pesos diarios durante la temporada.