Puebla Mochilera

Turismo rural, una opción para el desarrollo de Puebla

Las grandes capitales del país poseen distintas cualidades en espacios y territorios, que podrían apegarse a las formas en las que se desarrolla el turismo rural.

Mauricio Cárdenas

PUEBLA, MÉXICO.- El turismo rural es considerado, hasta hoy, como una de las actividades con mayor pertinencia socioeconómica, cultural y ambiental para distintos países, especialmente para México, donde la fragmentación de sus poblaciones contribuye, en gran medida, en la preservación de su riqueza.

Según la Organización de las Naciones Unidas, el “turismo rural es un tipo de actividad turística en el que la experiencia de las y los visitantes está relacionada con un amplio espectro de productos vinculados, por lo general, con las actividades de naturaleza, la agricultura, las formas de vida y las culturas rurales, la pesca con caña y las visitas a lugares de interés”.

Sin embargo, las grandes capitales del país poseen distintas cualidades en espacios y territorios, que podrían apegarse a las formas en las que se desarrolla el turismo rural. Ejemplo de ello es la capital homónima del estado de Puebla y sus 17 juntas auxiliares; si bien, no todas conservan condiciones para el desarrollo inmediato de rutas con estas características, sí tienen un amplio potencial para desarrollarlas, dada la riqueza semiurbana, histórica y popular que las engrandece ante la mirada de otros visitantes.

Para pan de sal, el de La Resurrección, junta auxiliar de tradiciones y sabores

A pesar de que en la capital poblana han gobernado personas emanadas de distintos partidos políticos, poco o casi nada se ha entendido la gran oportunidad de potenciar el turismo rural en juntas auxiliares como san Francisco Totimehuacán, donde la comida tradicional está por desaparecer, incluso, donde existe una ruta natural de siete variedades de maíces rojos que se cultivan como resistencia al urbanismo rapaz que ha exterminado sus campos de cultivo.

En su caso, San Miguel Canoa es otra junta auxiliar donde su gastronomía vastísima a base de maíz, especialmente azul, es un baluarte muy poco apreciado por las y los capitalinos. O la Resurrección, donde el maíz nunca ha dejado de ser parte de su identidad y desarrollo.

De esta misma forma podrían mencionarse el resto de las juntas auxiliares donde no sólo la gastronomía es una carta de presentación muy atractiva para las personas que las visitan, ya que además se cuentan con senderos, pozas de agua, arroyos, miradores y enormes espacios verdes, que bien podrían considerarse como parques naturales para practicar ciclismo y otros deportes.

Si en la capital de un estado como Puebla, que es la cuarta más importante del país, existe un amplio potencial para el desarrollo rural, bien podría pensarse ya como una política pública de corto, mediano y largo plazo para las entidades federativas, por encima de otras ideas o planes que, con una visión reduccionista, sólo se han apegado a colocar letras enormes y coloridas formando el nombre de los pueblos para que las y los turistas se tomen una fotografía.

Lejos de esa visión mercantilista del turismo en los pueblos de México, el turismo rural que, necesariamente, debe ir de la mano con las propias comunidades, es una opción adecuada para salvaguardar el ambiente y su riqueza biocultural, la historia y los valiosos conocimientos de sus pueblos que, respetuosamente, puede ser compartida.

El último campesino” de San Francisco Totimehuacán

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