Entrevistas

Para pan de sal, el de La Resurrección, junta auxiliar de tradiciones y sabores

Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- Ya sea por su incomparable sabor o por lo que representa para La Resurrección, el pan de sal y el pan de fiesta que elabora desde hace décadas esta comunidad indígena, continúa imponiéndose a la industria panadera nacional.

De forma ovalada y con textura blanda pero consistente, las piezas que crean los artesanos panaderos de esta junta auxiliar perteneciente al municipio de Puebla son un alimento aparentemente sencillo -porque requiere pocos ingredientes para su preparación-, pero muy sustancioso en cuanto a la carga cultural que los acompaña.

Los llamados “pan de sal” y “pan de fiesta” no sólo se comen, se viven a través de las tradiciones de la comunidad.

Estos panes configuran un elemento principal en rituales como “la pedida de novia”, el cambio de mayordomía del pueblo, “la pedida de los padrinos” y el Día de Muertos, ceremonias que no podrían concebirse sin esta joya gastronómica poblana.

Para Juan Flores Pérez, originario de la localidad y todo un maestro moldeando la masa de trigo, afortunadamente la práctica de la elaboración de pan en su comunidad ha resistido no nada más el paso del tiempo, sino también a la entrada de nuevos productos alimenticios de este tipo, como lo son piezas de alta repostería o inlcuso panecillos que se venden empaquetados por empresas panaderas nacionales.

“No han podido desbancar este tipo de pan porque está lleno de tradición. Aunque en su apariencia no son los mejores o no tengan mucha distinción, sí son importantes por lo que representan y por la cultura a la cual pertenecen”, comentó el artesano a LA CAMPIÑA.

Y es que para el productor local es muy difícil que se deje de hacer este pan en la región por dos factores principalmente: el primero porque es un producto que no puede conseguirse fácil fuera de la zona, y en segundo porque forma parte de la base de la economía del lugar.

“Toda la gente de allá entiende esa importancia ya que de cierta manera cumple las características porque no es un pan que se consiga en cualquier parte y eso es lo que representa la atención de ir a buscarlo, de conseguirlo o de mandarlo a pedir”.

En la actualidad, dijo, el consumo del producto artesanal es de cerca del 80 por ciento sobre el 20 por ciento de otras panaderías en el pueblo, sitio que cuenta con alrededor de seis hornos que cocinan todos los días y desde muy temprano cientos de bollos que, además de consumirse de manera propia y en sus panaderías, se reparte en bicicletas casa por casa.

Sin darse cuenta, el trabajo de los repartidores de pan para que el producto sea consumido, contribuye de una forma exponencial en varios sentidos: en la dieta de los miembros de la junta auxiliar, a generar recurso económico y para para mantener vigente la tradición:

“Tienen un buen sabor y apariencia, pero más que eso es continuar con esas tradiciones que venimos conservando desde los abuelos a la actualidad”.

Así, el “pan de sal” y el “pan de fiesta”, continúan siendo un elemento importante del arte culinario en Puebla y de todo México.

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