MÉXICO.- El molar de una vaca que vivió a principios del siglo XVII, recuperado en un salvamento arqueológico en el Palacio de Bellas Artes, ahora bajo resguardo de la Secretaría de Cultura federal, el cual es conservado en el Laboratorio de Arqueozoología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha dado nuevas luces sobre la historia de la ganadería en América y su relación con los trabajadores esclavizados que llegaron de África durante la Colonia.
Investigadores del Museo de Historia Natural de Florida, en Estados Unidos, encabezados por el arqueozoólogo Nicolas Delsol, realizaron estudios de ADN, extraído de muestras de 21 huesos de vacas (Bos taurus) que datan de los siglos XVI al XVIII; los siete más antiguos fueron excavados en sitios arqueológicos de Puerto Real (en la parte nororiental de la antigua isla La Española, hoy Haití), donde se estableció una ciudad colonial ganadera, en 1503; los otros 14 corresponden a los siglos XVI, XVII y XVIII, y provienen de México (seis de Mérida, Yucatán, y ocho de la Ciudad de México), están bajo resguardo del INAH, que los recuperó en salvamentos arqueológicos en Xochimilco, la calle Justo Sierra y en los patios laterales del Palacio de Bellas Artes.
En las muestras de uno de los ejemplares mexicanos, correspondiente a un molar de principios del siglo XVII, los estudios identificaron una secuencia de cromosomas que corresponde a una raza de vaca que solo hay en África. El molar fue descubierto en 2010, durante obras en el Palacio de Bellas Artes; en el sitio se localizaron restos del Ex Convento de Santa Isabel, edificado ahí, en el siglo XVII.
Así lo da a conocer el investigador del INAH, Eduardo Corona-M, quien efectuó la identificación de los ejemplares de Xochimilco, mientras que Norma Valentín Maldonado y Patricia García hicieron los de la calle Justo Sierra y Bellas Artes, respectivamente.
El arqueozoólogo señala que los estudios recientes, en los que él no participó, hechos con autorización del Consejo de Arqueología del INAH, se publicaron en un artículo de Scientific Reports, el último trimestre de 2023.
Son importantes porque se aplicaron técnicas de ADN antiguo y permitieron obtener nuevas perspectivas sobre la introducción de la fauna europea en México”.
Explica que antes de la llegada de los europeos, el ganado doméstico (Bos taurus) no existía en América. Relatos coloniales, del siglo XVI, sugieren que el primer ganado fue traído por Cristóbal Colón, en 1493, en su segundo viaje al Nuevo Continente y en otros posteriores, a principios del siglo XVI, desde el sur de la península Ibérica pasando por el archipiélago canario hasta el Caribe, donde, en la isla La Española, fue criada una comunidad de 500 reses y de ahí se importaron a regiones americanas; en tanto, los primeros registros de ganado africano en América se remontan al siglo XIX. “Pero este estudio demuestra que también llegaron directo de África, más de 100 años antes”, dice Eduardo Corona.
El estudio comparó secuencias genéticas de razas modernas del mundo con datos antiguos de ADN del ganado colonial arqueológico, cuyos resultados sugieren una historia más compleja de ascendencia mixta de Europa y África. Los análisis confirman que, en un primer momento, entre los siglos XVI y XVII, el ganado que llegó a la Nueva España era de ascendencia ibérica, mientras que hacia el siglo XVII se detecta el arribo de ganado africano a las Américas, seguido de oleadas a lo largo de varios siglos, indica el artículo de Scientific Reports.
Previo a este estudio, existía poca información para comprender la naturaleza y el momento de llegada de estas poblaciones de ascendencia mixta. La mayoría del conocimiento sobre cómo los bovinos domésticos llegaron por primera vez al hemisferio occidental se basaba en documentos históricos, dice el texto.
Asimismo, el estudio sugiere que el crecimiento de rebaños vacunos en aquella época pudo haber estado relacionado con la trata de esclavos que, de acuerdo con los registros, hacia principios del siglo XVII, los traficantes de esclavos apuntan a grupos africanos familiarizados con el pastoreo de ganado. El nuevo estudio sugiere que pastores y ganado podrían haber llegado juntos porque, al menos, una vaca llegó de la misma región en el siglo XVII.
Para Eduardo Corona-M esta investigación es muy importante “porque pone de relieve el uso de técnicas novedosas como la del ADN antiguo, que permite recuperar secuencias para compararlas con los ejemplares modernos y percatarnos de los procesos de manejo y domesticación de organismos diversos, como las vacas, perros, guajolotes, o de procesos de extinción, como los de los mamuts, los camellos y otros organismos del Pleistoceno tardío”.
Otro aspecto relevante es el valor científico de los ejemplares alojados en las colecciones científicas, ya que, al tener documentada su procedencia e identificación, pueden aprovecharse para obtener información con nuevas técnicas, como los que el estudio de referencia ha mostrado. “Por tanto, la preservación de las colecciones científicas es una tarea central en la conservación del patrimonio cultural, como se muestra en este caso, en el Centro de Investigación Paleontológica de Santa Lucía o los materiales obtenidos en la construcción del Tren Maya”, finaliza el arqueozoólogo.