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El té, la perdurable popularidad de una bebida ancestral

A casi cinco mil años, que los emperadores chinos la reclamaran como una bebida propia, el té ha adquirido un carácter universal.

SIAP

MÉXICO.- A casi cinco mil años, que los emperadores chinos la reclamaran como una bebida propia, el té ha adquirido un carácter universal. En la actualidad, es la bebida más consumida en el mundo después del agua; su cultivo representa el sustento para cerca de 13 millones de personas; el valor mundial de la producción asciende anualmente a poco más de 17 mil millones de dólares; en tanto que el comercio mundial está valorado en 9.5 mil millones de dólares.

Su perdurable popularidad, que tiene que ver con su sabor y los beneficios ofrece en la salud, está también vinculada a su historia, que sigue siendo fascinante.

La planta del té, Camellia sinensis, es originaria de una región que abarca lo que hoy es China, India, Myanmar y Camboya. Todos los tipos de té se derivan de la misma planta y su diferencia radica en el procesamiento de las hojas, lo que da lugar a los diferentes colores y sabores.

Por ejemplo, para elaborar té verde, las hojas se calientan y deshidratan, evitando la oxidación y preservando sobre todo su color original. En el otro extremo, está el té negro, que es sometido a una elevada oxidación lo que provoca que las hojas tengan una tonalidad obscura. Por su parte, el llamado té oolong, es una variación distintiva que se sitúa en algún punto intermedio, debido a que sus hojas son sometidas a una oxidación parcial.

La tradición popular sostiene la leyenda de que fue el emperador chino Shennong, quien descubrió accidentalmente el té en el año 2737 a. C. En un principio, fue considerada una bebida medicinal, sin embargo, poco a poco fue ganando el gusto entre la población del gigante asiático.

En el siglo VIII, la cultura del té en China floreció, dando lugar a ceremonias y eventos sociales, así como al arte y la literatura inspirados en la bebida. Se considera que fue el monje chino Lu Yu quien escribió el primer tratado sobre el té alrededor del año 760. Durante los siglos siguientes, todos los sectores de la sociedad china disfrutaron del té verde, convirtiéndose además en una piedra angular del comercio con otros países.

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En Japón, la élite social comenzó a beberlo en el siglo VIII. Pero, su cultivo interno y una mayor apreciación llegaría a finales del siglo XII, cuando un monje budista la popularizó, al señalar que “El té es la medicina más maravillosa para nutrir la salud”. Este país, modificaría un poco su consumo, al elaborar el “matcha”, que es un té verde cultivado a la sombra y que es finamente molido, suele servirse en un tazón pequeño durante la tradicional ceremonia del té.

Llegó a Occidente a principios del siglo XVII, cuando los comerciantes portugueses y holandeses que regresaban de Asia lo llevaron a casa, ganado popularidad como bebida curativa. En América, ganó reconocimiento luego de su introducción por parte de las naciones coloniales y sus compañías comerciales como la Compañía Británica de las Indias Orientales y la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, a través de las que buscaban controlar el comercio.

El incremento en la demanda de esta bebida por parte de Gran Bretaña y otros países europeos, generó que tanto la Compañía Británica como la Holandesa, buscaran convertirse no sólo en comerciantes, sino también en productores a través de llevar el cultivo a India e Indonesia.

Al carecer del conocimiento que los chinos habían perfeccionado durante siglos, los británicos y los holandeses permitieron que las hojas de té cultivadas en ambos países se oxidaran por completo, produciendo una bebida que era esencialmente un producto nuevo que hasta entonces nunca había sido visto, ni bebido por nadie, había nacido el té negro.

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