Mujeres rurales, elemento fundamental en el desarrollo del campo y las labores agrícolas
En México, 950 mil mujeres trabajan en el sector primario (83.7% en agricultura, 12.7% en ganadería, 1.4% en pesca y 2.2 en otras actividades)
MÉXICO.- Las mujeres rurales son un importante elemento en el desarrollo del campo y las labores agrícolas. En México, 950 mil mujeres trabajan en el sector primario (83.7% en agricultura, 12.7% en ganadería, 1.4% en pesca y 2.2 en otras actividades). Desafortunadamente esta figura no cuenta con la relevancia que se merece y, por lo tanto, sigue siendo relegada en muchos aspectos, tales como el educativo, el económico, el social, el de salud e incluso, en el acceso a las tecnologías de la comunicación.
De acuerdo con datos de la ONU-Mujeres, las mujeres rurales que se encuentran en estado de pobreza, presentan a nivel mundial, un alto índice de deserción escolar, ya que generalmente son requeridas para ayudar en actividades domésticas asociadas a los roles de género conservadores que aún predominan en muchas comunidades rurales.
Algunas de las actividades que se asocian como respectivas del género femenino son las del cuidado del hogar, la cocina, el acarreo de agua para las labores de limpieza, el cuidado de los niños, entre muchas otras. Con esta gran demanda de actividades, se vuelve para ellas, un verdadero lujo dedicar tiempo para su formación académica, por lo que se ven excluidas de tales actividades.
Tan solo en México, se reporta que el 33.9% de las mujeres rurales concluyen la educación primaria y el 30.5% llegan a la secundaria, sin embargo, uno de los indicadores más preocupantes es el que señala que 12.3% no tiene registro de escolaridad alguno. Estos datos son un claro indicio del rezago educativo que sufren dentro del contexto rural mexicano.
Por otra parte, las mujeres rurales, aun se enfrentan a problemáticas severas como el matrimonio infantil. Se estima que, en algunas poblaciones rurales, hasta el 50% de las mujeres se casan durante la infancia, generalmente por convenios creados entre familias, sin que ellas ejerzan una elección propia. Esto acarrea una serie de problemáticas como situaciones de violencia doméstica, dependencia económica y la imposibilidad de superarse en otros ámbitos, que no sean los establecidos por los roles de género propios de cada comunidad.
Este tema es sumamente complejo pues abarca ámbitos muy amplios y convergen a través de él, muchos factores que hacen difícil el actuar de las autoridades para regular los sistemas educativos, económicos, de salud y de seguridad, específicamente para las mujeres rurales, que representan una población vulnerable.
La vulnerabilidad en la que viven deviene, en su gran mayoría, de los prejuicios sociales que se desarrollan en torno a ellas, por lo que una forma de apoyar a su desarrollo, es que suprimamos como sociedad los prejuicios de género que impiden el ejercicio de sus derechos, y que dentro de sus ámbitos sociales son difíciles de exigir.