María Felipa Peña Pérez, guardiana otomí que preserva la gastronomía ritual
Originaria de Tierra Volteada, pasa su tiempo documentando y difundiendo platillos tolimenses
PUEBLA, MÉXICO.- Al interior de la gastronomía ritual, donde la comida pasa de ser nada más un alimento para el cuerpo y adquiere una relevancia espiritual, ahí es donde se forjó como cocinera tradicional María Felipa Peña Pérez, una queretana que ha dado impulso a la comida típica de México.
Guardiana y difusora de la cultura hñähñu (otomí), en las últimas décadas esta mujer originaria de la comunidad de Tierra Volteada, en Tolimán, estado de Querétaro, ha pasado su tiempo documentando y difundiendo los platillos más representativos de la comida tolimense.
Además de haber participado en múltiples encuentros y foros de gastronomía tradicional, Doña Felipa ha preservado con sus propias manos la práctica de la gastronomía ritual, cocinando las recetas a la usanza de bodas, bautizos o celebraciones patronales de relevancia en el pueblo.
Desde las tortitas de camarón, garbanzos en amarillo o las lentejas, son algunos de los guisados con los que ha expandido la sensorialidad del paladar y traspasado a elementos ceremoniales.
Como ella misma explicó en entrevista con LA CAMPIÑA, su iniciación en la cocina tradicional fue hace alrededor de dos décadas, cuando junto a otras mujeres de su familia tuvieron la encomienda de cocinar para la celebración del Santo Niño de Atocha, patrono de su comunidad.
Hay algo espiritual porque nace de ti, tus costumbres, tradiciones que tienes en tu lugar son un orgullo hacerlos y llevarlos a otros lugares. Por eso se dice que es el espíritu de la gastronomía”.
Peña Pérez narró que aprendió el oficio de cocinar gracias a su madre y a su abuela, quienes le traspasaron la sazón desde que ella tenía apenas 7 años de edad, haciendo para entonces apenas unos cuantos platillos que con el tiempo fue perfeccionando.
Como parte de sus diversas labores en pro de la cocina tradicional, ha impulsado el registro de recetas, tradiciones y prácticas rituales durante los procesos gastronómicos tradicionales.
Entre los platillos que ha preservado está el del llamado “mole de danza”, un guiso rojo hecho de chiles ancho y mulato, pimienta, clavo, comino, laurel, ajo, cebolla, ajonjolí, nuez, almendra, cacahuate, pasas, pepitas de calabaza y chocolate.
Tras cocinarse, esta pasta se acompaña con los garbanzos en amarillo y las características tortillas rituales, hechas a base de maíz blanco y pintadas con tintura vegetal.
También artesana en el bordado de prendas, con la mayor parte de su vida dedicada a los fogones, ahora transmiten sus saberes a sus hijos, y busca continuar preservando este tipo de tradiciones a otras personas de la comunidad:
Mi deseo es poner una cocina tradicional en mi comunidad para, aparte de enseñarle a los jóvenes, gustar de la comida que hacemos allí para que no se pierdan estas costumbres que tenemos en diferentes pueblos, tanto la gastronomía como la artesanal”.
EL APUNTE
María Felipa Peña Pérez, fue una más de las cocineras tradicionales de otras partes del país que visitaron Puebla para participar en el Segundo Diplomado “Latidos de la Cocina Tradicional Mexicana”, impartido por el Centro de Producción de Lecturas, Escrituras y Memorias (LEM), con la conferencia “Mantener lo espiritual”.