Adiós a la centenaria fonda ¡Qué Chula es Puebla!
Fotografías: Magdiel Olano
PUEBLA, MÉXICO.- Los fogones, ollas de barro, metates, adornos de talavera, entre otros enceres tradicionales que se hallaban resguardados en la típica fonda Qué Chula es Puebla, dejarán de ver la luz tras el cierre del establecimiento, lugar que por un siglo heredó sabores a los poblanos y que ahora se vio obligado a bajar las cortinas por la crisis económica que trajo consigo la pandemia de Covid-19.
Fue en junio de 1921 cuando Marina Campos Díaz le dio vida a esta cocina tradicional en un inicio llamado “Noche y Día”, en el Centro Histórico de Puebla, un auténtico restaurante poblano con platillos muy locales como el mole o los chile en nogada.
Cuatro generaciones de cocineros se encargaron de preservar por casi cien años el legado de recetas que dejó Doña Marina, mismo que atrajo paladares de reconocidos personajes, se ganó un lugar en comerciales, telenovelas y guías turísticas por su tradicional aspecto y llegó a algunos países de Europa, del medio Oriente y del continente Americano, además de toda la república mexicana.
DEL METATE A LA MESA
El mole poblano, lo chiles en nogada, pipián rojo y verde, y los mixiotes de carnero fueron las comidas estrella de una carta de más de 25 platillos típicos, todos ellos elaborados de la forma tradicional: a metate y molcajete.
Karen Tinoco, cuarta generación en la dinastía de cocineros, aprendió el oficio desde muy pequeña por tradición familiar, labor que a sus 23 años recuerda haber hecho “con todo el amor del mundo”, como narró en entrevista para LA CAMPIÑA.
“No tiene idea de lo satisfactorio que es que tu trabajo se lleve a distintos lugares y que la gente pueda venir a conocerlo. Yo creo que eso es lo que más representa a Qué chula es Puebla”.
“INTENTAMOS RESISTIR, PERO NO SE LOGRÓ”
César Tinoco, quien heredó de su madre y ésta de su abuela la cocina, comentó que la situación actual en el país por la epidemia de Sars-Cov-2 no favoreció al comercio local, por lo que sin entradas económicas a ocho meses de cerrar los establecimientos de alimentos por decreto estatal, no pudieron soportar más los gastos corrientes como agua, luz, renta y sueldo de los trabajadores.
“Intentamos resistir pero no se logró. Estamos profundamente agradecidos con todos y cada uno de los que nos prefirieron, nos quedamos con la satisfacción de haber servido a un público y clientes tan leales y agradables”.
Pero la baja en la clientela comenzó años antes por las afectaciones que dejó en los edificios históricos los terremotos de 2017, cuando las autoridades prohibieron el paso vehicular al primer cuadro de la ciudad.
“Llevamos en crisis desde 2017 que fue lo del temblor, de ahí seguimos trabajando con poca afluencia, con pocas visitas”, comentó Karen.
Sin dar tregua, Los Tinoco continuaron en la lucha por preservar el legado de Marina por cuatro años más hasta que la epidemia llegó como un fenómeno sin precedentes en la historia reciente de la ciudad. Crisis de salud, recesión económica, miles de desempleados y cierres de innumerables locales comerciales, entre ellos Qué Chula es Puebla.
“Ya no teníamos nada más que vender para seguir manteniendo el negocio, por más que quisimos. Hicimos de todo, buscamos apoyos, fuimos al Ayuntamiento, vendimos hasta vehículos y cosas de valor porque principalmente aquí se van historias y muchas experiencias. Por eso queríamos seguir manteniéndolo a como diera lugar y lamentablemente no se pudo”, agregó la joven cocinera.
SE VAN HISTORIAS, LOS SABORES PERMANECEN
Más que el cierre de un negocio, la crisis sanitaria se lleva historias y experiencias, expresó Karen Tinoco, porque fue en este sitio donde gracias a su bisabuela creció su abuela, su papá y ella misma que lleva 23 años apegada al negocio familiar.
“Es un golpe muy duro sentimentalmente hablando porque de manera económica vamos a salir adelante; pero hemos trabajado aquí toda la vida, se van toda la juventud de mi padre, de mi abuela que en paz descanse y también parte de mi vida, y la verdad eso es lo que nos duele”.
No sin antes pedir apoyo de las autoridades de gobierno, a pesar del trago amargo que representa para la familia Tinoco el cerrar un establecimiento icónico de la ciudad, Karen comentó que los sabores de Qué Chula es Puebla se quedan en la memoria, el corazón y en los paladares.
“Agradezco a todos nuestros clientes que nos prefirieron su confianza y el amor que nos tuvieron; ojalá el gobierno haga caso y apoye a los pequeños comerciantes porque los grandes tienen colchones para solventar este tipo de emergencias, pero los pequeños locales no”.