“Yo sí soy 100% vivir para el maíz”, dice doña Sofía, cocinera tradicional del norte de México
PUEBLA, MÉXICO.- “Yo sí soy 100 por ciento vivir para el maíz” asegura Sofía Martínez Sarabia, una fiel representante de la cocina tradicional del Pueblo Mágico de Cosalá, en Sinaloa. Y es que desde niña aprendió que la tierra y la milpa son exigentes y requieren de dedicación, esfuerzo y mucho rezo para brindar sus dones.
Recolectar maíz, desgranarlo, nixtamalizar, molerlo y echar tortillas son saberes que comenzó adquirir apenas tendría unos 8 o 10 años, cuando por necesidad sus abuelos la llevaron al campo para ayudar en las labores de siembra. Así lo narró a LA CAMPIÑA con su peculiar acento norteño y sonrisa marcada luego de ofrecer un taller en LEM, Centro de Lecturas Escrituras y Memorias, en Puebla, donde la alcanzamos para platicar aprovechando que viajó hasta el centro del país para compartir sus saberes.
DE LA NECESIDAD AL AMOR
Oriunda de Chicural, Durango, si bien Doña Sofía comenzó a trabajar con la milpa por necesidad, generó una conexión que permaneció por amor a la semilla al recorrer los montes, cuidar el maíz, verlo crecer y cosechar, pasión que desborda en sus comidas tradicionales y que comparte tanto con su familia, su comunidad y que incluso ha traspasado fronteras al haber representado a Sinaloa en el IV Foro Mundial de la Gastronomía Mexicana en 2018, organizada en Long Beach California.
Las décadas que sus propias manos han dedicado a conocer este alimento milenario, le han enseñado que tanto el maíz como la cocina tradicional son exigentes, pues durante el mes de mayo cuando viene el tiempo de aguas, camina hasta la parcela para embellecer la tierra: quema, limpia, ara, siembra y se mantiene paciente a esperar la cosecha, pues con los frutos ha de preparar panes, pozole, tamales, empanadas o coricos.
Para Doña Sofía la espera no se traduce en contemplar el horizonte, ella eleva la mirada y platica con el Creador pidiendo el don del agua con el que se ha se alimentará el maíz; con su charla al cielo busca evitar aquella época donde el calor del sol evaporó las gotas que habrían de beber las plantas.
“Cuando veo el maíz gracias a Dios me siento tan feliz, alegre, me encanta ver el llano verde, la milpa. El día que no llueve ando así porque ya se me andaba secando la milpa, todos los días me llevé mi virgencita y la dejé en el maíz hasta que no llueva. No me interesa que digan que estoy loca, yo le pido a mi Dios y a la Virgen, y sí llueve, al otro día cayó un aguacero”.
ABANDONO DEL CAMPO
Así como alguna vez escaseó el agua, hoy comienzan a escasear los campesinos en Cosalá porque los ojos de doña Sofía han visto cómo para otros parece un tedio andar trabajando en el capo soportando calores; por eso ella se empodera y, cual guerra, toma su maíz para defenderlos saberes y valores de la cocina ancestral contra la extinción.
En ello esta cocinera tradicional trabaja un día sí y el otro también, porque el ser cocinera tradicional, como ella misma describe, lleva muchos más requisitos que el levantarse apenas clarea el día, requiere de un conocimiento preciso para calentar los hornos, acomodar la leña, poner el comal, mezclar y amasar la masa para hacer panes o tortillas o tamales.
LA PANADERÍA
La panadería de Sofía es el nombre de la primera panadería de su localidad, la cual ella misma fundó hace años para ofrecer en El Potrero Cosalá, Sinaloa, desde pan artesanal, tamales, jamoncillos, gorditas dulces y requesón, pan de mujer o empanadas, hechas con las tradicionales recetas que le transmitieron su abuela y su mamá, también cocineras tradicionales.
Orgullosa, la norteña comparte que la cocina se despliega en posibilidad de futuro familiar, y así lo ha confirmado, pues sus maíces, blancos o negros por igual, le ha dado no sólo el alimento, sino que con él logró levantar a sus ocho hijo, donde radica su mayor reto para trasmitirle estos saberes tradicionales.