Amor por los buñuelos
PUEBLA, MÉXICO.- Ya desde las vísperas de la Navidad, con la llegada de las posadas, empiezan a verse diversos platillos en las mesas de los mexicanos que solamente se consumen en esta época de diciembre, como los buñuelos, que aunque no son originarios de este país, han sido adoptados por los mexicanos que los han saboreado de generación en generación hasta convertirse en tradición.
La controversia sobre cuál sea el origen de la palabra buñuelo aún continúa, porque si bien para unos deriva de “puñuelo”, una especie de bolas que los romanos amasaban con los puños, otros creen que procede del francés “beignet”, que significa “bulto o protuberancia”. Lo que es cierto es que este postre se elabora a base de una pasta hecha de harina mezclada con manteca, huevo y levadura que se fríe en abundante aceite.
Se dice que este postre llegó a México tras la conquista de los españoles pero presentó una variante la cual fue freír la masa en manteca en lugar de aceite de olivo.
Su elaboración es relativamente sencilla, pues solamente se mezcla la harina, la manteca y una pizca de polvo para hornear, se le agrega las dos tazas de agua tibia y se amasa hasta que esté suave y sin grumos. Se forman bolitas de masa y posteriormente se extienden. Se calienta suficiente aceite en un sartén, se meten las tortillas una por una hasta que tengan un color dorado.
La elaboración de buñuelos sigue teniendo vigencia entre las comunidades mexicanas, pues forman parte del acervo culinario de muchos de los estados de la república aunque en cada uno de ellos presenta sus propias variantes.
De acuerdo con el chef investigador Rodrigo Yáñez, cada región ha adaptado su gama de ingredientes a los buñuelos; en el norte, por ejemplo, son más grandes y servidos con azúcar y canela, con cajeta o espolvoreadas con azúcar glass y un toque de vainilla.
Yáñez asegura que el sabor de esta fritura es una herencia nacional que supera los 500 años. En esta época es común ver a las vendedoras sentadas junto a un anafre ofreciendo estos postres bañados de miel, acompañados con un ponche de frutas para apaciguar el frío invernal.