Agricultura

Cacahuate, curiosidad botánica que deslumbró a los exploradores europeos

Sin ser una nuez o almendra –aunque se le parezca y se le consume como tal– es en realidad pariente del chícharo y el frijol

SIAP

MÉXICO.- Si hay una botana que se conoce y consume en todo el mundo, no hay duda que se trata del cacahuate. Esto sin obviar, los demás usos que se le dan, ya sea como ingrediente en recetas, en la industria de la confitería, o bien, para la elaboración de aceite o crema, por señalar algunos.

La cadena de valor internacional del cacahuate, que involucra a productores, desgranadores, fabricantes y a todas la industrias afines que proveen servicios, ha generado un comercio que ha ido en ascenso. En la actualidad se considera que la producción global alcanza alrededor de 20 millones de toneladas.

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Para muchos –la planta, pero sobre todo la semilla– representa una curiosidad botánica, ya que sin ser una nuez o almendra –aunque se le parezca y se le consume como tal– es en realidad pariente del chícharo y el frijol, convirtiéndose en una de las leguminosas de grano más cultivada en el orbe.

La abundancia de los hallazgos arqueológicos más antiguos, así como las representaciones del cacahuate en cerámica y orfebrería, son evidencias no sólo del origen de esta planta, sino también, testimonio de la importancia económica, gastronómica y cultural que tenía el cacahuate para las civilizaciones prehispánicas de Perú. Sería desde este país sudamericano donde se propagaría a todo el continente.

En nuestro país se han encontrado evidencias de su existencia desde la época prehispánica, en las cuevas arqueológicas de Coxcatlán, en Tehuacán, Puebla, donde se localizaron restos de cáscaras. El cacahuate sin duda, forma parte de nuestra cultura gastronómica no sólo como botana, sino como importante ingrediente de múltiples platillos; además de que México es considerado como el segundo centro de diversificación del cacahuate.

Esta peculiar planta y su fruto llamaron sin duda la atención de los exploradores españoles, portugueses y franceses a lo largo de su recorrido por el continente, de tal forma que es posible encontrar descripciones –y en algunos casos, ilustraciones– durante los siglos XVI al XVIII. Aquí te presentamos algunas de ellas:

  • Fray Bartolomé de las Casas –férreo defensor de las comunidades indígenas– en su obra Apologética. Historia Sumaria, escrita entre 1550 y 1563, describe al cacahuate como: “Tenían otro fruto que sembraban y crecía debajo de la tierra, que no eran raíces, sino que se parecían a la carne de la avellana de Castilla… eran de una manera similar a como se encuentran los frijoles en las vainas… se les llama maní”. Algunos consideran que pudo haber sido el primer europeo en encontrar la planta, aunque su libro no se publicó sino hasta 1875.
  • La primera noticia escrita parece ser la de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, quien llegó a Santo Domingo en 1513 como superintendente de fundición de oro. Más tarde se convirtió en gobernador de La Española e historiógrafo real de las Indias. En su libro Historia general y Natural de las Indias precisa el nombre común que los nativos le daban y que todavía se usa en Sudamérica y Cuba. Lo define así: “Otra fruta que los indios tienen en La Española se llama maní. Lo siembran y lo cosechan… es muy común en sus jardínes y campos… Lo consideran un alimento saludable… Su consumo entre los indígenas es muy común. Es abundante en esta y otras islas”.
  • Por su parte, Ulrich Schmidt, un alemán que participó en varias de las expediciones españolas al nuevo continente, en su relato La historia real de un notable viaje realizado por Ulrich Schmidel desde Straubingen a América o el Nuevo Mundo de 1534 a 1554, narra el encuentro que tuvieron con las comunidades indígenas Surucusis –en lo que hoy es Paraguay– en donde señala que encontró cultivos como: “el maíz y la mandioca y también otras raíces, como el maní que se asemejaba a la avellana”.
  • Jean de Léry, un misionero calvinista, miembro de una colonia francesa fundada en 1555, en una pequeña isla en la bahía de Río de Janeiro, Brasil, describió el maní de manera bastante inequívoca: “los indios también tienen frutos llamados manobi [maní o cacahuate]. Crecen en el suelo como trufas conectadas entre sí por finos filamentos. La vaina tiene una semilla del tamaño de una avellana y un sabor similar; es pardo grisáceo y la cáscara tiene la dureza del guisante. Aunque he comido esta fruta muchas veces, no puedo decir si la planta tiene hojas o semillas…”.
  • Después de la caída de los aztecas, se enviaron a España muchos informes sobre la conquista, pero, sobre todo, descripciones de la civilización azteca, sus costumbres y los recursos naturales de la tierra. Pocos de estos documentos están disponibles para estudio, de tal forma que la distribución temprana y el uso del maní en México no está tan claro. Sin embargo, Fray Bernardino de Sahagún menciona el uso del tlalcacauatl (el nombre náhuatl para maní, de tlatle = tierra y cacauatl = semilla de cacao, cacao de la tierra) en la medicina popular, a través de la elaboración de cataplasmas para encías inflamadas o dolor de muelas.
  • No hay documentación sobre la primera introducción deliberada del cacahuate a Europa. Es muy probable que las plantas americanas se recolectaron e introdujeron al viejo continente desde la época del primer viaje de Colón. Por lo que es posible que el cacahuate fuera llevado a principios del siglo XVI. No obstante, la referencia más antigua registrada proviene de Nicolás Monardes, médico sevillano, quien en 1574 lo caracterizó de la siguiente forma: “Me enviaron del Perú un fruto muy bueno, que se da bajo la tierra… y muy hermoso a la vista, y de muy buen gusto para comer, este fruto no tiene raíz… es de la grandeza de un dedo redondo… cuando está seco hace un sonido adentro, como a una almendra… Es un fruto de buen olor y gusto, y al comerlo parece que se come nuez.

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