Palmas, de fibra vegetal a símbolo de esperanza en Santa Inés Ahuatempan
Es uno más de los pueblos que heredaron los conocimientos tradicionales sobre el uso y manejo de estas plantas útiles
PUEBLA, MÉXICO.- Las hojas de palma crecen por cientos en Santa Inés Ahuatempan. Aunque aquí no es ninguna novedad la elaboración de artesanías con el material en este poblado de la mixteca poblana, pasan de ser una simple fibra vegetal a un símbolo de esperanza para la comunidad.
Y es que Ahuatempan es uno más de los pueblos que heredaron los conocimientos tradicionales sobre el uso y manejo de estas plantas útiles, relacionadas tanto con actividades culturales como de subsistencia.
Las palmas están consideradas por los especialistas como el tercer tipo de plantas más útiles para la humanidad, constituyéndose en elementos integrales de su cultura y economía.
Como en muchas otras partes del país, en Santa Inés Ahuatempan las características de resistencia y flexibilidad que tienen las palmas son aprovechadas para la elaboración de canastos, tortilleros, abanicos, petates, bolsas, adornos, entre otros productos para decoración y de utilidad para la vida cotidiana.
Durante la temporada de la Semana Santa, estas plantas de la familia de la attalea butyracea, son las protagonistas para las celebraciones litúrgicas.
De acuerdo con la tradición católica, los ramos de palma representan el símbolo de la renovación de la fe en Dios. Muchos devotos acostumbran guardar en sus hogares los ramos de palmas bendecidos por los sacerdotes, como un símbolo de la victoria pascual de Jesucristo.
Devotos de esta religión, acostumbran guardar ramos de palmas, a menudo tienen forma de cruces, bendecidos por los sacerdotes, como un símbolo de la victoria pascual de Jesucristo.
MANOS MÁGICAS
La compra de toda clase de figurillas con palma para la Semana Santa y, principalmente, durante el Domingo de Ramos, se ha convertido en una fecha importante para los pobladores indígenas de Ahuatempan.
En algún tiempo, la mayoría de la comunidad se dedicó a la confección de artesanías con este material vegetal; no obstante la decadencia en su valoración provocó la devaluación de las mercancías, y con ello, casi la extinción de las artesanías en la comunidad.
Elena Miranda Alatriste, una artesana de la tercera edad, recuerda que aprendió el oficio de su madre, quién le enseñó cuando ella tenía apenas unos 6 años. Ella sabe llegar hasta el monte para recoger las fibras, hervirlas, ponerlas a secar para luego tejer las artesanías: cuando era niña, su papá era el encargado de este trabajo.
A punto de cruz, comenzó creando sopladores, tenates, tapetes y pronto continuó con petates grandes. No obstante, como para muchas otras artesanas del lugar, para ella la venta de sus piezas dejó de ser rentable, pues apenas pagaban entre 5 a 30 pesos por piezas grandes.
Ahora ya todos los que lo hacían ya casi se fueron, quedamos pocos de mi edad que lo hacemos porque los jóvenes ya no quieren. A lo mejor con el tiempo se pueda lograr, pero ya estaba muy abandonado porque estaba muy barato”.
Así, las nuevas generaciones perdieron todo interés en continuar la tradición. Excepto por Gladys Hernández, una joven artesana que recién comienza a aprender el oficio, dice, alentada por preservar este arte que las “madrecitas” del pueblo, ya muy mayores, no pueden continuar.
Ella y otras pobladoras conformaron una agrupación de cerca de 20 mujeres llamada Manos Mágicas, la cual busca revalorizar a Santa Inés Ahuatempan, sus artesanías e incluso su lengua originaria, el popoloca, que también es casi extinto en los barrios del lugar.
Que se les dé el valor que es, porque son horas de trabajo. Aparte hay que ir a cortar la palma al monte, hervirla, ponerla a secar. Es todo un proceso”.
Gladys señala que además del esfuerzo que implica la creación de artesanías, la palma es renovable, por lo que no se explota la planta, al contrario, se fomenta su preservación.