David Santa Cruz, La Banquetera: de lo político a la comida y de la comida a lo político
PUEBLA, MÉXICO.- David es periodista desde todos los ángulos. Es su pasión, vida y trabajo. Como amante de la profesión, ha escrito un centenar de artículos dedicados no solo a la política, economía, cultural o social, sino también de comida, no desde la recomendación “foodie” de si está bueno o malo, más bien desde la reivindicación de la cómica callejera, urbana, de esa donde comemos parados o sentados en un banco de plástico; la comida de mercado, tianguis, la de la esquina de la casa o de las calles. La Banquetera es eso: comida de banqueta.
David Santa Cruz es licenciado en comunicación y periodismo por la Universidad Autónoma de México (UNAM), maestro en Estudios Internacionales por la Universidad Torcuato Di Tella en Argentina. Tiene una especialidad en Conflictos Armados por la Universidad de los Andes, en Colombia. Se ha especializado como corresponsal para diferentes medios en América Latina y en temas de alimentación, además ha trabajado en partidos políticos en el departamento de comunicación.
¡Por cierto! Durante la pandemia del 2020, realizó un podcast de la mano con We Are Not Zombies: Aquí Nada Sobra, donde David juntó a un grupo de cocinerxs y especialistas en la comida desde diferentes áreas para hablar sobre cómo re-aprovechar las sobras de la comida. Actualmente, David está haciendo una campaña para la red de los derechos de la infancia, sobre información y prevención en niñas, niños y adolescentes.
Imagen recuperada de We Are Not Zombies
¿Cuándo decidiste ser periodista?
Siempre quise hablar de política, guerrilla y conflictos sociales. La preparatoria es el momento ideal para conocernos a nosotros mismos a través de temas como esos porque nos gusta el ideal de las revoluciones, pero no sabía desde dónde trabajarlo. Cuando decidí estudiar comunicación inicié con la idea de ser locutor de radio, después me gusto la producción, el guionismo y diferentes áreas. La idea de hacer periodismo no era algo que me llamara la atención, yo quería ser locutor. Más adelante, en la carrera cuando por fin conocí lo que era el periodismo, me pareció muy divertido y me encanto, porque además sabía que haciéndolo podía darle cabida a mi gusto por la política, y así empecé.
Tienes una trayectoria muy larga en medios de comunicación, desde la parte de redacción y producción, pero el inicio de tu carrera siempre estuvo enfocado a la política, locución y otras áreas. ¿En qué momento llegaste a la comida?
En el 2007 entré a un programa de inserción laboral: Programa Balboa para jóvenes periodistas iberoamericanos. Cada año se llevaban a 20 periodistas menores de 32 años a medios de España para trabajar y yo apliqué en una ocasión y me quedé. Desde luego todos los que íbamos nos peleábamos por los grandes medios de allá, que eran (y son) El País o El Mundo. A todos nos mandaban a diferentes medios y a mí me tocó en la revista Tiempo, que ahora no existe, pero en su momento fue una de las de mayor venta. Ellos eran de Grupo Z Editorial y también tenían una revista que se llamaba Viajar, donde cada año escribían sobre recomendaciones de México: Hoteles Boutique o los mejores campos de golf, mercados y comida, por supuesto que elegí la última opción y empecé a escribir sobre eso.
“Fue la primera vez que tuve ese contacto con la comida desde la parte de investigación y periodismo y me enamoré de América Latina”
¿Todo el tiempo que estuviste en España escribiste de comida?
No, la realidad es que terminé escribiendo sobre mercenarios (risas)
¿Qué siguió cuando llegaste a México?
Empecé a escribir sobre terrorismo y violencia, que era el tema en boga, y le mandé un texto a la revista GQ en España y me dijeron que en México acababa de abrir la revista así que me recomendaron mandarla con ellos y así fue, pero la sorpresa fue que GQ México no escribe de esas cosas, sino de relojes caros (risas) y en general de puro lujo. Así que eventualmente también empecé a escribir de comida, pero sobre todo de un mundo muy pomposo. Ahí terminé metiéndome ahora sí con el mundo del golf y la relojería (risas).
¿Cómo nació La Banquetera si escribías de ‘lujos’?
Cuando empezó el boom de la onda twittera yo publicaba muchas cosas de comida: mi desayuno, el café, y todo lo que cocinaba, así que un día, María Félix, la directora de El Gráfico me invito a escribir en el periódico y yo pensé que era de política pero en realidad era para hablar de comida (risas) y así empecé.
¿Qué significa La Banquetera?
Literalmente la comida de banqueta: los tacos, las garnachas y todo lo que se coma en la calle. Pero, inicialmente no se llamaba así. En sus inicios se llamaba ‘Gourmet de banquetas’. Un día mandé el correo con mi reseña con el subject de: “Ahí les va la banquetera”, y el editor del sitio web pensó que así se llamaba la columna, entonces se quedó así. La realidad es que a todos nos gustó más que el primer nombre.
¿Cuál fue la línea de recomendación o proyecto detrás de estas columnas?
Reivindicar la comida callejera. En ese momento había un descrédito hacia ese tipo de comida porque era considerada de gente pobre o que eran negocios sucios que afeaban la ciudad y que propiciaban la gordura, y la realidad era y es muy diferente.
“La ‘fórmula’ que nos funcionó, porque a la gente le gustaba, eran las historias de éxito: cada negocio de comida callejera significa una historia de éxito, y eso a las personas les encanta”
¿Sólo escribían de comida callejera?
No, también era comida urbana: fondas, mercados, cocinas económicas…
¿Hacían crítica gastronómica?
No. Lo que yo hacía o hacíamos era crónica urbana y/o crónica gastronómica, porque para hacer crítica necesitamos hacer lineamientos básicos de cómo y a partir de qué vamos a criticar, no se trata solamente de mi buen o mal paladar o mi gusto personal.
“En este país no hay crítica gastronómica, hay crónica gastronómica”
¿Recomiendas restaurantes?
A veces, pero pocas de ellas de manera profesional o como “foodie”, porque a lo largo de mi trayectoria en política he descubierto que el tema de la alimentación es mucho más que solo recomendar un restaurante. Lo empecé a hacer en ‘La Banquetera’ con el fin de recuperar la comida de calle y desmitificar la mala fama que tienen.
¿Cómo nace el podcast ‘Aquí nada sobra’?
Hace tiempo conocí al equipo de We Are Not Zombies en una fiesta y dentro de la plática acordamos que haríamos algo en un futuro. En la pandemia sucedió. Lo organizamos y platicamos el tema y decimos que podíamos hablar sobre cómo re-aprovechar la comida casera en tiempos pandémicos. Así que lo hicimos. Fueron ocho capítulos y lo disfruté mucho.
David es un profesional de la conversación, el sarcasmo y el periodismo. Amable, accesible y con una baraja de temas sobre la mesa que comparte y desmenuza de manera jovial, ágil y ocurrente.