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El sujeto en la economía campesina es un colectivo: Armando Bartra

El experto en ruralidad presentó la conferencia magistral “Las ciencias sociales y el desarrollo rural”, desde la visión del campesinado

Redacción La Campiña

MÉXICO.- A través de programas respetuosos de la racionalidad campesina y la recuperación del espíritu de la milpa para el buen vivir, el posneoliberalismo en México avanza en “enderezar el agro, restaurar la economía familiar y, en gran medida, en frenar la deserción de los jóvenes rurales”, planteó el profesor-investigador del Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-X), Armando Bartra Vergés, durante la conferencia magistral “Las ciencias sociales y el desarrollo rural”.

En el marco del ciclo de conferencias “Avances humanísticos y científicos mexicanos” organizado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), el experto en ciencias sociales con énfasis en los procesos del campo y el campesinado en México y Latinoamérica abordó la ruralidad desde la perspectiva de los campesinos y de las ciencias sociales que lo abordan como sujeto y protagonista del cambio.

Con visión multidisciplinaria, interdisciplinaria y transdisciplinaria, Armando Bartra Vergés hizo un recorrido histórico por el activismo indígena, rural y campesino que se vivió en México y otras partes del mundo en defensa de la tierra; producción, autonomía, cambio de modelo y territorios amenazados.

Recordó que la primera revolución social del siglo XX fue la mexicana y fue campesina, seguida de la rusa y china, a las cuales se suman los movimientos de liberación de la India y el independentismo africano, que también fueron insurgencias del campesinado, que llevan más de un siglo de forma continua. Estas cinco oleadas, que fueron seguidas por el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el siglo pasado, confirman la sociología histórica de Barrington Moore: La modernidad marcha sobre revoluciones triunfantes, también en México.

“Son cinco oleadas sociales y grandes avenidas de lucha campesina. Que nadie se engañe o se confunda: los campesinos no se han ido y no se irán; es en la acción colectiva que las clases sociales se hacen clases, y fue a través de estas insurgencias y de las anteriores, que los campesinos mexicanos se han ido conformando como un sujeto histórico de gran calado que, pese a la diversidad —que es su divisa— comparte agravios, reivindicaciones, formas de lucha, sueños, pesadillas y héroes radicales.”

Es en este modo de vida donde se intercalan los nexos sociales con las relaciones productivas. Explicó que la economía campesina no está ceñida al modelo capitalista, sino que se trata de una economía moral. Mientras en el modelo capitalista se trabaja para el mercado, “los campesinos, las mujeres y hombres de la tierra, viven en un mundo de cosas y de acciones, unas veces provechosas y placenteras; otras perjudiciales y desagradables”.

Añadió que, a diferencia de un modelo de intercambio automatizado circunscrito al capitalismo, el campesinado “vive en un mundo de cosas y acciones, un mundo de valores de uso. Alguno de estos bienes y servicios también tienen para ellos un precio, pero también son valores de cambio”.

“El sujeto en la economía campesina es un colectivo, es la familia nuclear o extensa, la comunidad o algunas cooperativas que disponen de bienes comunes que emprenden tareas conjuntas, que no encuentran la separación tajante entre lo productivo y lo reproductivo, propia de la economía capitalista.”

Explicó que las entidades campesinas —más que las económicas— son entidades donde lo social es inseparable de lo económico; son unidades socioeconómicas donde se articula esfuerzo laboral, consumo productivo y consumo final que parten de las necesidades y aspiraciones culturalmente definidas de cada una de las familias.

Por otro lado, expuso la diferencia entre la actividad económica empresarial y campesina, subrayando que “los campesinos no son monocordes, sino pluriactivos. La milpa campesina, ampliada en sus múltiples modalidades, distribuye a lo largo del año los requerimientos de trabajo y los ingresos en especie y en dinero”.

La familia campesina, pero también la comunidad y las asociaciones, atienden a la viabilidad intrínseca de cada una de estas actividades. Pero en las decisiones importantes son siempre holistas y consideran la coherencia del conjunto, la sostenibilidad del ecosistema socioeconómico familiar, comunitario o asociativo.”

El investigador de la UAM-X explicó que los campesinos están en permanente cambio derivado de múltiples factores que obligan a la “descampesinización del sector, como la inequidad económica, la depredación extractivista y el despojo de tierras, aguas y otros recursos necesarios para la reproducción de la vida rústica.

Históricamente, los campesinos han sido desposeídos por diferentes clases dominantes y desde hace algunas centurias, lo son desde el capital. Sin embargo, desde fines del siglo XX, los despojos se han intensificado porque en el planeta los recursos naturales se vuelven cada vez más escasos con relación a la demanda y, por lo tanto, más valiosos.”

Sobre la relación del campesinado con su entorno natural, mencionó que, a diferencia de los cultivos especializados sembrados en Europa, “en Mesoamérica se desarrollaron cultivos biodiversos que se manejan como jardines; aquí hacíamos milpa y muchos campesinos la siguen haciendo”.

EL CAMPO FEMENINO

Relató que la agroecología, desde la cosmovisión del cuidado, tiene rostro de mujer.

He llamado a las prácticas productivas de la familia campesina milpa ampliada, porque va más allá de la parcela biodiversa. Milpa que se prolonga en la cocina y en los demás espacios de la mujer, porque el hogar, sus saberes y sus haceres son la otra mitad de la milpa y la mitad más importante”.

Bajo ese enfoque, para Bartra el campo es femenino, “porque en el campo, el trato de las personas con la naturaleza es inmediato, directo, íntimo y por ello resulta evidente la necesidad de preservarla y de cuidarla para el presente y para el porvenir”.

Los hombros del campo se apropian del entorno; las mujeres también hacen eso, también se apropian del entorno, también lo transforman, pero lo hacen con cuidado, y esa es la diferencia. Por eso, lo que llamamos agroecología tiene rostro de mujer.”

En torno a la discusión sobre la milpa profunda, agregó que la milpa es más que policultivo que se siembre; “la milpa se hace, es un modo de vida”. Asimismo, manifestó que “hacer milpa es escuela, es vivir de buena manera y en la milpa se aprende el buen vivir”.

 

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