Mi Cafecito Chicontla, jóvenes que comparten el sabor y aroma de la Sierra Norte de Puebla

PUEBLA, MÉXICO.- Como un universo que se expande en cada productor, para Daniel Vargas el café ha sido una puerta que le ha abierto la posibilidad de crecimiento y superación personal, pues gracias a la cosecha de este aromático ha podido permanecer en una carrera universitaria.

Es originario de la Sierra Norte de Puebla, del poblado de Chicontla que pertenece al municipio de Jopala y es estudiante de una carrera del área de la Salud en la universidad pública del estado. El joven reconoce, junto a su hermana Jennifer, que las parcelas de su tierra donde cosechan los granos les han dado esta oportunidad.

Como estudiantes universitarios vimos esa necesidad de apoyarnos con el café. Lo vendemos aquí en la ciudad de Puebla, con familiares, conocidos, con doctores que nos han dado clases. Es una gran oportunidad que nos ha dado”.

Como descendiente de una familia de cafeticultores, el café siempre ha corrido por sus venas; desde sus abuelos, su padre Victorino, su madre Delia y otros cercanos en la comunidad se han dedicado por más de 17 años a esta actividad productiva que, si bien es valorada, un tiempo no les rindió los frutos económicos suficientes.

Pues es que como muchos de los productores de la región, la falta de mercado e inversión en nuevos procesos los orilla a vender el café a intermediarios, a terceros o grandes marcas que no pagan precios justos.

Crecí en la época en que el valor del café disminuyó(…), es triste ver que tu comunidad se esté yendo abajo por la parte económica, incluso hubo mucha migración, fue un choque económico porque me di cuenta que era fundamental el café en mi comunidad”.

No fue hasta que Daniel creció y tomó conciencia de la importancia de la producción del grano, que decidió imprimir su juventud en el negocio tradicional de la familia Vargas Alvarado e innovar en nuevos mercados.

Fui creciendo y me di cuenta que la paga era mínima en comparación a la  valoración del café, el pago no era adecuado a toda la producción que se hace porque son años desde la plantación, el cuidado, invirtiendo tiempo y mucho amor”.

Este amor por la tierra hizo que su familia no desistiera de la siembra de café pese a los bajos costos. Durante la pandemia en 2020, Daniel junto a su hermana decidieron emprender en el último proceso del café, que es el tostado, molido y empaquetado para la venta directa.

Nosotros no queremos perder esa enseñanza que se nos ha dado porque también se ha aprendido mucho. Hemos aprendido mucho de mi papá, de mi mamá y decidimos continuar”.

Así nació “Mi Cafecito Chicontla”, un café con una nueva identidad que busca posicionarse frente a otras marcas y dar un sabor característico a la comunidad.

El sabor de Chicontla no sólo alimenta los paladares de quienes se acercan a probar el café, sino que gracias a las ventas pueden continuar estudiando, pues, dice, “es de gran ayuda porque aquí en la ciudad nos (piden) tantos kilos (…), nosotros lo repartimos y nos ayuda para pagar la renta o las comidas”.

Además, como una forma de retribuir a su comunidad, una vez que hayan egresado buscarán ayudar con sus servicios profesionales:

Mi hermana y yo estamos estudiando en el área de la salud, nos sentimos muy comprometidos en apoyar a nuestra comunidad, regresar y ofrecer esos servicios médicos que hacen mucha falta en esa zona”.

Gracias a su trabajo y al de otros colegas, Chicontla ha vuelto a estar en el mapa de las poblaciones con vocación cafetalera, al grado que se espera sea incorporada al recorrido turístico de la Ruta del Café.

Mientras tanto, Daniel junto a su familia tienen la idea de invitar a más compañeros productores que se animen a sacar su café de forma directa y crear lazo con otras familias para que puedan tener un precio mejorado.

El café es como un universo hay que descubrirlo en todas sus variantes. Dense la oportunidad de descubrir cada planeta con cada productor”.