Canastas de pan y bicicletas dan color a la Carrera del Panadero en Zacatlán
PUEBLA, MÉXICO.- La canasta de pan sobre la cabeza, con una mano sosteniéndola para evitar que las tortas, virotes o empanadas caigan al suelo, y con la otra mano sobre el manubrio de la bicicleta sorteando obstáculos.
Así es como vendían casa a casa antiguos repartidores de pan, quienes a fuerza de costumbre adquirieron el equilibrio para llevar a dos ruedas todo tipo de bizcochos, conchas, chilindrinas o teleras.
Homenajeando el oficio, este fin de semana hombres y mujeres de Zacatlán se aventuraron en la Tradicional Carrera del Panadero, competencia en la que ya sea a pie, en bicicleta o a relevos, demostraron su destreza para transportar el pan.
Pues aunque en la ciudad esta forma fue reemplazada por camiones de reparto y cada vez fue menos usual verlos, en el Pueblo Mágico de Zacatlán, municipio con amplia tradición panadera, todavía es frecuente encontrar por las calles la azaña de los repartidores a pie o bicicleta con canastos de mimbre sobre la cabeza.
Cargar el pan en canastas sobre la cabeza es una costumbre que comenzó a pie por los vendedores de provincia, quienes adiestrados en la venta de otras mercancías como ollas de leche o charolas con dulces, comenzaron a aplicarlo en el reparto del pan a finales del siglo XIX.
Esta época, según recuerda la periodista Nayely Reyes en un artículo para El Universal, coincidió con las fechas en que comenzó a extenderse la mecanización de la industria del pan en las ciudades, más tarde, lo que se convirtió en oficio se trasladó a la bicicleta para poder recorrer más lugares en menor tiempo.
La periodista señala que la primera carrera de este tipo se realizó el 19 de julio de 1936 en la gran avenida del Bosque de Chapultepec, siendo convocada por la Liga Interzonas Ciclista del Distrito Federal.
Para entonces compitieron en bicicleta carniceros, lecheros cargando botellas del líquido, abarroteros con mercancía, y panaderos con sus canastas repletas de pan con hasta 300 piezas.
Los repartidores han sido tan polares que siguen siendo recordados por las cultura popular mexicana, e incluso fueron inmortaliados por el famoso actor Tin Tan en el filme ¡Ay amor… cómo me has puesto!, donde aparece entonando una canción que ya se ha convertido en un himno para los panaderos.