Imprescindible, políticas públicas a favor de mujeres rurales
MÉXICO.- Aunque las mujeres rurales del país son responsables de más del 50 por ciento de la producción de alimentos en México, al menos la mitad de ellas vive en pobreza extrema, por lo cual es imprescindible que se apliquen políticas públicas encaminadas tanto al reconocimiento de su trabajo como al mejoramiento de sus condiciones de vida.
En ello coincidieron mujeres especialistas en el área de desarrollo rural durante la conferencia “Resignificando el papel de las mujeres en el campo mexicano” llevada a cabo de forma virtual en el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales, que se conmemora cada 15 de octubre.
La fecha se celebra para visualizar las aportaciones que hacen al desarrollo agropecuario y alimentario del país, pues si bien representan el 34 por ciento de la fuerza laboral, la realidad es que mujeres y niñas rurales enfrentan mayores obstáculos para ejercer sus derechos.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), 6 de cada 10 mujeres rurales viven en pobreza; y en educación, sólo las mayores de 15 años han estudiado en promedio sólo 6.6 años, una cifra que a nivel nacional es de nueve años.
Tal como afirmó Ancuta Caracuda, especialista senior en Desarrollo Rural del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la participación de las mujeres en el ámbito rural es indispensable no sólo para la sobrevivencia y bienestar de la población, sino también para garantizar la seguridad alimentaria del continente.
“Creo que debemos sin duda trabajar en políticas con perspectiva de género en el ámbito económico, las carreras, la capacitación, agroindustria, ingeniería y también desde el punto de vista social (…), para garantizar la seguridad alimentaria de México y el continente”.
En ese sentido, consideró que tanto organizaciones como todos los niveles de gobierno (municipal, estatal, nacional e internacional) deberían formar programas públicos dirigidos a atender y solventar los impactos de las crisis que enfrentan las mujeres en los sectores rurales.
La especialista planteó algunos lineamientos que deberían estar reflejados en estrategias de dichos programas públicos:
- ENFOQUE DE EQUIDAD
Todos los programas deberían de tener un enfoque de equidad e inclusión, porque no siempre reconocen la participación política, social y económica de las mujeres rurales, de ahí resulta la importancia de formular y ejecutar programas que tengan como objetivo central el combatir la desigualdad entre hombres y mujeres.
- DEMOCRATIZACIÓN DE ACTIVIDADES DE CUIDADO
Una de las principales desigualdades que se debe abordar sin naturalizar es el desarrollo de las actividades domésticas de cuidado, en las cuales todo tipo de instituciones deben promover la participación de los hombres para contribuir a la calidad del tiempo de las mujeres y construir nuevas masculinidades en masculinos rurales.
- AUTONOMÍA ECONÓMICA
La autonomía económica de las mujeres rurales es la clave que debe registrarse por medio de sistemas inclusivos y eficaces para avanzar hacia el rediseño de sistemas que funcionen a la realidad actual.
- VISIBILIZACIÓN
Es fundamental el reconocimiento y visibilización del trabajo de las mujeres rurales desde los gobiernos, pues en la medida en que cada país documente las participaciones de las mujeres, se avanzará en el diseño de programas que incluyan a este sector como productoras activas y contribuyentes clave en la seguridad alimentaria.
- REDES DE MUJERES
Impulsar la conformación de redes de mujeres rurales, su empoderamiento colectivo y el potencial de habilidades de las mujeres que son natas administradoras.
Por su parte Laura Tamayo, directora de Comunicación, Asuntos Públicos y Sustentabilidad de Bayern y presidente de la Comisión de inclusión y Diversidad, estimó que los problemas de las mujeres urbanas son los problemas de las mujeres rurales, solo que en el zonas rurales se potencializan por diversos factores, entre los principales la falta de acceso a educación y el machismo profundo “disfrazado de usos y costumbres”.
“Todos aquellos problemas que podrían aparecer en la ciudad también son parte del mundo rural, pero tiene un acento todavía más profundo sobre todo por falta de educación y de acceso a los bienes debido a la pobreza”.
El problema de las diferencias de desarrollo entre hombres y mujeres, continuó Tamayo, no únicamente están en el desarrollo rural con las personas en situación de pobreza extrema, sino también la agroindustria donde hay capacidad de pago, desarrollo, entre otros beneficios.
La especialista comentó que al ser toda la sociedad parte de la cadena agrícola, al menos en el eslabón del consumo, dijo que es responsabilidad de todos estar al pendiente del proceso y considerar que la mujer rural también es parte de ese generador de riqueza.