Entrevistas

Esther Cortés, gran promotora del consumo del cacao mexicano

Luisa Rentería

PUEBLA, MÉXICO.- Esther estudió psicología, y se ha formado como guía Montessori, mismo de lo que se ha dedicado durante 25 años. Ha realizado estudios en Chicago y México, donde también se ha certificado en Formación Internacional Montessori. Por otro lado, ha dedicado gran parte de su vida al estudio de alimentos como el cacao y maíz, donde, a través de diplomados, elaboró la tesis sobre Conciencia Alimentaria, mismo que ejecuta y comparte como proyecto personal a través de sus redes sociales. Gracias a este trabajo de investigación y ejecución, ha podido impartir talleres, cursos, pláticas y demostraciones gastronómicas para compartir la riqueza cultura de México, así como enseñar formas y técnicas para adquirir alimentos nutritivos.  También ha dedicado gran parte de la investigación y difusión a los textiles mexicanos.

¿Cómo inició tu vida en la investigación del buen comer?

Cuando tenía 28 años tuve un problema en las muñecas donde consumí mucha medicación alópata. Parte de mi cuidado de articulares era dejar de lavar trastes, lo cual hice gustosamente dos semanas (risas). Después recuerdo que un día caminando por el boulevard 5 de mayo, a la altura de los cines, me proyecté pensamientos y me dije a mi misma: si esto a los 28 años, no me quiero imaginar cuando cumpla 60. Justo en ese momento vi un consultorio naturópata, al cual entré por curiosidad y me atendió quien hoy es mi amigo y me dijo: “cambia tu alimentación un mes de tu vida y te vas a sentir mucho mejor, si no te funciona, yo mismo te recomiendo con alguien para que te de una solución alópata”. Por supuesto que lo hice y sí, cambio mi vida.

¿Qué hiciste después de esa tarde?

Llegué a mi casa y tiré todo. En esa época tenía 15 kilos de más, no se me notaba porque estaba bien proporcionada (risas) pero sí, mee deshice de todo lo que supuestamente era sano. Agarré mis cosas y me fui al mercado 5 de mayo a comprar todo lo adecuado, según la recomendación y protocolo que me habían dado. Para ese entonces, tenía que cubrir tres esferas: alimentos frescos, naturales e integrales, entre otras cosas. Por supuesto que después de eso cambio mi vida, mi salud y mi apariencia.

¿Tu familia cómo lo tomó?

Mi familia vende carnitas, así que en ese lapso de tiempo en que yo estaba cambiando mi alimentación, por supuesto fui la peor publicidad de mi madre (risas) porque deje de comer carne, no porque fuera malo, sino porque mi cuerpo tenía que entrar en un proceso de desintoxicación.

Empecé a bajar de peso porque mi alimentación cambio, pero fue tan rápido que incluso en la escuela unos padres de familia me llegaron a preguntar si estaba bien económicamente o si me había divorciado, y en esa época ni casada estaba (risas), vaya, hasta me inventaron que tenía bulimia y anorexia (risas).

“Lo curioso es que comía más, pero mucho mejor, más sano”.

¿Económicamente cómo te fue?

Invertí mucho en mi alimentación, estilo de vida y experiencia, pero toda esa inversión, después de 25 años ya se pagó toda, porque además dejé de consumir medicamentos alópatas.

¿Después de tu experiencia con el cambio de alimentación que siguió?

Me metí mucho en el tema, siempre quería saber y aprender más. Me llamaba mucho la atención que tenía amigas vegetarianas y/o veganas y morían de cáncer. Es decir, me preguntaba a mí misma ¿dónde yacía la salud?, porque me era ilógico que una persona muriera o tuviera cáncer cuando se supone o suponía que ser vegetariano era mucho más saludable y fui descubriendo que no solo depende de la salud, sino del bienestar.

¿Cuándo decidiste estudiar sobre el tema de la alimentación?

Al ser paciente mucho tiempo, hubo un momento en que uno de mis asesores nutricionales me dijo que “yo no le convenía como paciente” porque quería entender todo (risas), y me comentó que yo sería mejor como estudiante, así que me fui a estudiar el primer diplomado de naturopatía, que originalmente duraba dos años, pero me aventé cuatro. Ahí fue cuando tuve mi primera formación en naturopatía, medicina china, ayurveda y medicina herbolaria.

¿Practicaste alguna filosofía alimentaria?

Sí, en mi cuerpo practiqué las tendencias de alimentación vegetariana, veganismo, crudivegana, frugívora, la de respiracionismo, paleolítica y muchas más. Después de eso aprendí a socializar y adentrarme en diferentes círculos sociales donde además de aceptarme, seguí aprendiendo mucho.

¿Qué sucedió después de todo ese proceso de aprendizaje?

Aprendí tanto, no solo desde la mente, espiritualidad y buena alimentación, también desde la química y biología.

“Si algo aprendí de todo este proceso, fue conocer a tanta gente, entre ellos meditadores, guías espirituales… y en todos ellos había una constante: era gente sana”

¿En qué momento te interesaste por el estudio y fusión del cacao?

Fue hace 15 años, fue todo un despertar en mí. He dado talleres o conexiones del cacao en Palenque que me emocionan tanto. Todo lo que hago yo le digo que es servicio social, porque me fascina compartir conocimientos y el cacao ha sido mi acompañante por muchos años. A través de él he conocido a mucha gente, grandes amigos.

Hay tanta tela de donde cortar con respecto al cacao que estoy segura no me va a alcanzar mi vida para hablar, descubrir y difundir todo eso.

“Diario me tomo tres tazas de cacao, todavía no le llego las ocho tazas de Moctezuma, hay una leyenda que decía se tomaba 40 (risas)”

¿Promueves todo el cacao?

Solo el cacao mexicano. No promuevo ni publicito las marcas, solo el cacao como tal.

¿Cómo nace ‘Conciencia Alimenticia’?

Fue parte de mi tesina de diplomado sobre conocimiento ancestral. Lo que tenía que hacer era que a través de un talento tenía que generar bien estar en las personas, así que empecé a crear una red de conocidos artesanos y productores para promover lo que hacían: hacia recetas y las promovía, también sus productos y todo lo que ellos hacían en general. Al final este proyecto significa “todo el impacto que va a tener todo lo que esta fuera de ti, para que, a través de tu conocimiento, haciendo el uso de tu voluntad y transformando con tus manos, puedas generar bienestar en todos los planos”.

¿Vives del proyecto de Conciencia Alimenticia y la difusión del cacao?

No. Eso es mi gusto, hobby y me encanta compartirlo porque al mismo tiempo sigo aprendiendo, pero no. Amo ser guía Montessori. Muchas veces es por servicio social, puede ser por trueque, tequio… siempre les doy opciones, si me quieren pagar esta bien, y sino no pasa nada. Yo lo que ofrezco son mis conocimientos alimentarios, ancestrales y también me gusta compartir lo que mis amigos ofrecen.

¿Has pensado en publicar algún libro para compartir todo lo que tienes?

No, nunca. Por el momento no lo he pensado, pero mejor no digo nunca (risas)

Conocí a Esther, me compartió un poco de su extenso conocimiento y amor por la buena alimentación, el cacao y la red de amigos que ha generado a lo largo de 25 años de investigación alimenticia. El próximo domingo 24 de octubre se presentará Miccailhuitontli, una fiesta pequeña de los muertos, que iniciará a las 9:30, en el centro de Puebla: Calle 4 Norte 206, evento donde Esther dará un taller de cacao y elaboración de tlamanalli.

 

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