Mercados, síntesis de cultura con valor patrimonial, artístico y arquitectónico
Fotografía: EsImagen
PUEBLA, MÉXICO.- Los mercados tradicionales son importantes no sólo porque proveen de alimentos frescos indispensables para la vida, sino porque son una síntesis de la cultura con gran valor patrimonial, artístico y arquitectónico.
Los mercados son lugares donde se pueden degustar variedades de alimentos de México, como plantas, frutas, verduras, semillas o animales para consumo; su permanencia hasta la actualidad son prueba de que la tradición indígena no pudo ser derrotada por la Conquista española ni por la globalización.
Su existencia en territorio mexicano se remonta a la época de Los Olmecas, quienes por medio de vestigios arqueológicos se sabe que ya tenían un intercambio de productos entre el golfo, sur y centro del país. Dichos intercambios son el precedente de lo que en la actualidad se conoce como los mercados.
De acuerdo con el antropólogo Horacio Castillo Aca, dicha civilización propició un desarrollo que permitió un comercio exterior de jade, algodón, cacao, metales preciosos, plumas de aves, entre otras piezas que se comercializaban en espacios especiales, mayormente en las Plazas Principales o Zócalos.
Uno de los centros de comercio más importantes de México, explicó el especialista durante la conferencia virtual “Mercados de Puebla”, fue el Mercado de Tlatelolco, un lugar muy bien organizado, distribuido y administrado en una especie de lo que en estas épocas denominamos “tianguis”.
Desde entonces también ha habido mercados especializados donde se venden ciertos productos, ejemplo de ello los mercados de venta de perros, criados especialmente para comer o también los mercados de venta de esclavos, señaló Castillo Aca .
Aunque estos sitios fueron cambiando y modificándose con el devenir de la historia, existen algunos aspectos que permanecieron intactos, como la religiosidad:
“Cualquier mercado que nosotros visitemos en Puebla y México tiene una imagen que venera a una virgen o a un santo. Comúnmente la Virgen de Guadalupe, pero esa costumbre no es nueva, (sino) desde que estaban los mercados de Tlatelolco había ya un dios dedicado al comercio, y desde luego se le rendía culto”.
Tras la Colonia prevaleció este tipo de comercio, pero con modificaciones. El primero de ellos que se quitaron de las plazas principales y se pasaron a edificios construidos especialmente para ello, por razones de crecimiento de las ciudades y para poder atender a la población.
Cabe recordar que durante el periodo Colonial se fundaron ciudades que sirvieron para los intereses de los conquistadores, como el caso de Puebla, fundada específicamente para atender a los conquistadores. El mercado de Puebla empezó a funcionar en el Zócalo y los portales al rededor de él, que luego se llevó a lo que hoy se conoce como El Parián.
Al mismo tiempo, hacia 1854, se construyó el mercado de La Victoria, en lo que fueron los terrenos de las huertas y jardines del Convento de Santo Domingo, ubicado en la hoy calle 5 de Mayo entre 4 y 6 Poniente; el imponente mercado está dotado de nueve enteradas, largos pasillos, una explanada y un kiosco todo erguido sobre una estructura de acero fundida por la Fundidora de Hierro y Acero de Monterrey.
El nombre del mercado se atribuye a que se edificó en nombre del militar y político mexicano Guadalupe Victoria, aunque otras versiones narran que desde un inicio se le llamó con el nombre que hasta hoy ostenta en recuerdo de la victoria del ejército mexicano frente a los españoles de Isidro Barradas en 1829 en Tampico.
Don Julio Saracíbar fue el encargado de dirigir la construcción, aunque no permaneció al frente hasta el fin de la obra ya que tuvo que volver a España, por lo que el Ayuntamiento de la época lo encargó a Don Guillermo Tamariz Oropeza.
En los mercados, indicó, existe una relación social importante que dota de identidad a los mexicanos:
“En los mercados no sólo se compran y se venden cosas, están envueltos de miles de colores, sabores. Son los mercados la síntesis de la cultura y la historia de la región, de la ciudad, la localidad, el barrio o la colonia. Esos mercados nos permiten a todos convivir, conocernos, compartir”.