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El largo camino para proyectar documental “El último trapiche”

Cristóbal Torres / Notimex
  • Gonzalo Juárez, su director, explica como le afectaron las bases de la convocatoria para realizar el trabajo fílmico

MÉXICO.— Gonzalo Juárez estrenó en 2014 el documental El último trapiche, que narra la historia de Conchi Gómez, una de las últimas productoras de caña en Acatlán de Osorio, Puebla, otrora lugar rico en dicho producto pero que el tiempo y la falta de agua lo ha vuelto una zona de migración. Su trabajo visual fue elegido para formar parte de la programación de la más reciente edición de Cinema Planeta, el Festival Internacional de Cine y Medio Ambiente de México.

En entrevista, el director recuerda que la historia nació por el guionista Oliver Ramos, “su bisabuelo empezó toda la tradición de los trapiches en la Mixteca Poblana”, y después de hacer una investigación dieron con la historia del último trapiche de la región, perteneciente a la empresaria Conchi Gómez.

Un trapiche es un molino de caña y es el principal eslabón de la cadena de producción de panela o piloncillo, un producto que anteriormente se comercializaba a gran escala en la región junto con otros productos. El sismo ocurrido el 24 de octubre de 1980 afectó la distribución de agua en la zona, causando que esta actividad disminuyera considerablemente desde entonces.

El documental tiene una duración de 40 minutos, lo que significó un problema para la producción al momento de distribuirlo. Juárez explicó que fue realizado con el apoyo de la cuarta convocatoria para el apoyo a la producción y postproducción de cortometrajes del entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y uno de sus requisitos era que los trabajos que recibirían el apoyo fueran de ese tiempo como máximo.

Tal hecho les cerró la puerta de varios encuentros de cine, porque ni era cortometraje, para lo que buscaban una duración de 30 minutos o menos, ni era largometraje, porque no superaba la hora de duración; “nos llegamos a encontrar en un limbo en el que tuvimos complicaciones y limitaciones para entrar a más festivales”.

Mencionó que el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) les compartió la lista de algunos festivales para registrar su trabajo, pero los mismos requisitos del apoyo estatal les cerraron las puertas. Esta falta de coordinación hizo que el documental no pudiera completar su ciclo en los circuitos nacionales, tal y como el equipo de producción tenía planeado.

LA PECULIARIDAD

Dentro de sus planes estaban previstos festivales como el de Morelia y el de Guadalajara; incluso intentaron en otros más especializados, de temáticas como las de pueblos indígenas, rurales y originarios, “pero nos pedían que fuera máximo de 30 minutos o mínimo de 60 minutos”.

Nunca intentaron crear un corte con una duración diferente, “sentimos que la historia ya estaba contada; de repente intentamos moverlo, tanto hacerlo más corto como más largo, pero la verdad es que la narrativa se nos iba de la mano y nunca sentimos que contara lo que queríamos narrar”.

A seis años de estrenado el documental, las condiciones han empeorado la región que retrata. Hace poco pudo platicar con Conchi Gómez, protagonista de la historia, quien le explicó que el problema de la falta de agua continuaba, “la caña consume mucha agua y los ríos se están secando; toda la zona está seca, los pozos están muy bajos”.

Igualmente, han subido los costos de todos los insumos, como la gasolina, el diesel y la energía eléctrica, con lo que la producción de panela se ha encarecido, problemática a la que se suma la falta de mano de obra.

Ante la dificultad para distribuir su documental, se buscaron colaboraciones con varias instituciones educativas; se proyectó el filme en secundarias, telesecundarias y preparatorias de la región; “tratamos de hacer contacto con docentes para que pudieran fomentar este resurgimiento, pero hoy te podría decir que sigue sin darse”.

A seis años del estreno de El último trapiche, hay un panorama muy adverso, pues cuando hicieron el documental encontraron otras tres historias de personas que querían volver a echar andar algunos trapiches, “pero no se concretaron por el gran problema de la falta de agua; debe haber soluciones muy grandes para resolver esto, aunado a la mano de obra y la falta de trabajo”.

EL APUNTE

No obstante las dificultades, en los pobladores de Acatlán “sigue estando este espíritu de seguir favoreciendo esta tradición de la elaboración de panelas, de dar empleo a la gente que queda y poder seguir aportando algo a su tierra”. El último trapiche forma parte de la sección Largometraje Nacional de la edición 12 de Cinema Planeta y puede verse en línea de manera gratuita en el sitio ideaplaneta.com hasta el 5 junio.

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