Revista

¡Calaverita! La muerte de paso en Puebla

Vicotrópico

Empezaba noviembre y la Flaca su mejor guadaña mostraba,

días de mucho andar: pues altar tras altar revisaba,

luego de tantas almas que en su andar cotidiano requisaba

y en Puebla su necesario, aunque doloroso trabajo no faltaba.

 

Desde los valles de Atlixco e Izúcar hasta Tehuacán y la Sierra Negra,

los deudos a sus muertitos, cañas, elotes y frutas ofrendaban.

No faltaban fotografías, velas y espejos, algún mezcal y

ricos platillos típicos en los altares la Muerte se topaba.

 

La Huesuda continuaba desde la Angelópolis hasta la Sierra Nororiental su gélido peregrinar,

visitando áreas naturales protegidas con bosques, pastizales y montañas que admirar

y mucho lamentaba que sus ríos tanta descarga doméstica e industrial tuvieran que llevar,

deseando a los responsables de esos daños en este año a su rebaño sumar.

 

Ya en la Sierra Norte, en papel amate la Parca – reflexionando – se veía,

conmovida a los lectores de La Campiña repasaba y reía:

¡Este año la vida les perdono! …porque a buena literatura se apegan,

Siempre y cuando a este bello estado procuren y defiendan.

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