Descubre en el cerro de Amalucan una pirámide y un sitio ceremonial
El Cerro de Amalucan representa un pulmón verde y un punto de reunión familiar. Sin embargo alberga algo más que revoluciona su papel histórico y cultural: constituye el sitio más grande del Valle Central de Puebla con una estructura arqueológica de forma piramidal que, se presume, fungió como un área habitacional y un centro ceremonial amurallado en la cúspide.
Con estos nuevos hallazgos, Amalucan comparte una importancia equiparable a Cholula, considerada la Ciudad Sagrada. El Cerro ahora forma parte del patrimonio histórico y cultural de los poblanos.
El análisis de la zona ha permitido encontrar un área que fue ocupada como conjunto ceremonial, con montículos de dimensiones considerables alrededor de una plaza en la cúspide, así como entierros humanos con ofrendas de vasijas y objetos de piedra verde en las laderas, que indican una temporalidad aproximada del 200 a.C a 600 d.C., precisamente cuando Cholula logró su apogeo.
De acuerdo con la historia, para la Batalla del 5 de mayo de 1862 y en los meses de marzo-abril de 1863, durante el Sitio de Puebla, el cerro y su falda poniente fueron aprovechados para establecer trincheras y parapetos del ejército francés para atacar la ciudad de Puebla.
El gobierno del estado emprendió el rescate del lugar mediante el proyecto Parque Amalucan, gracias a la donación de 74 hectáreas que hizo la familia Petersen. Durante las labores y tras varias versiones informativas que señalaban la posibilidad de vestigios arqueológicos, el centro INAH Puebla inició la exploración y conservación de los mismos.
IMPULSAN LA CREACIÓN DE BOSQUE EN AMALUCAN CON 5 MIL ÁRBOLES
Para generar el bosque en Amalucan se han plantado 3 mil 600 árboles de distintas especies – de un total de 5 mil en la primera etapa- y se han implementado técnicas de captación y filtración de agua para rehabilitar el suelo del cerro.
El objetivo de la reforestación es replicar el corredor vegetal Flor del Bosque, es decir, un bosque de encinos con especies secundarias como pino Moctezuma, cedro blanco, cazahuate, pata de vaca, huaje, tejocote y jacaranda, principalmente.
Además, para garantizar que árboles y plantas cuenten con reservas de agua en temporada seca, en la parte más alta del cerro se construyen zanjas de infiltración que conducen el líquido a lo largo del cerro y terrazas de retención que mantienen los desechos orgánicos como abono.
Cada zanja de infiltración incluye un patrón de siembra con las especies mencionadas, lo cual permite que las semillas sean arrastradas hacia la parte baja con el agua de lluvia y se continúe de forma natural el crecimiento de nuevos árboles y plantas.
Los efectos de la reforestación y recuperación de suelos ya empiezan a notarse en una mayor presencia de abejas, anfibios, colibríes, pájaros carpinteros, entre otras aves que han vuelto a cohabitar.
Otra de las ventajas de plantar árboles jóvenes es que producen más oxígeno que los viejos eucaliptos, por lo que el beneficio ambiental será mucho mayor a tener un bosque exclusivamente de esa especie.