El campo mexicano y su relevancia en las elecciones
Como nunca, las elecciones presidenciales definirán el futuro de México. La difícil situación del país obliga a cambios importantes en la estructura del Estado. Hasta hoy, los candidatos han englobado los principales problemas nacionales en tres temas: economía/desigualdad, corrupción y seguridad. Sin embargo, en sus diagnósticos y propuestas de campaña se observa un gran ausente: el campo.
Desde hace ya muchos años las zonas rurales del país dejaron de ser relevantes para el gobierno. Las políticas públicas al campo se han caracterizado por subsidiar la producción de las grandes empresas y dar transferencias monetarias condicionadas a los habitantes de escasos recursos. Esta simpleza dual ha ignorado un espacio de oportunidades para el desarrollo y la estabilidad del país. Seguir omitiendo a las zonas rurales como territorios claves para la solución de los problemas del país perpetuará la difícil condición en que nos encontramos.
El campo mexicano es de gran importancia en los tres grandes temas mencionados por los candidatos a la Presidencia por las siguientes razones:
Economía/desigualdad
Las zonas rurales siguen concentrando porcentualmente al mayor número de personas en el país que vive en condiciones de pobreza. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneva), seis de cada diez personas que habitan en comunidades rurales enfrenta alguna carencia socioeconómica (2017). Esta situación se agudiza en comunidades indígenas, donde siete de cada diez viven en situación de pobreza extrema. Si tomamos en cuenta que 80% de los indígenas vive en zonas rurales, el campo mexicano sigue siendo el epicentro y refugio de la pobreza nacional. En términos de desigualdad, son las zonas rurales las que más contribuyen a este problema, al ser los territorios donde las personas perciben menores sueldos y cuentan con menos oportunidades de desarrollo por falta o precariedad en servicios educativos y salud.
La solución a estos problemas se encuentra dentro y no fuera de las zonas rurales. En primer lugar, visualizar a los pequeños y medianos productores como actores productivos incrementaría el apoyo gubernamental hacia estos sectores y favorecería su inserción a distintos mercados de bienes y servicios, con una generación de mayores y mejores sueldos a los habitantes rurales. En segundo lugar, esta visión implica diversificar las actividades rurales hacia nuevas oportunidades económicas como el ecoturismo, aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y los activos culturales de las comunidades, etcétera. Al mismo tiempo, si tomamos en cuenta que millones de dólares llegan a las zonas rurales vía remesas, el campo mexicano se convierte en un gran espacio de oportunidades para el desarrollo económico y la reducción de desigualdades en el país.
Corrupción
Durante este sexenio la mayoría de los actos de corrupción se centraron en el desvío de recursos públicos por parte de instituciones federales y estatales. Sin embargo, si bien los casos que han surgido de estos lugares son de gran relevancia y no deben quedar impunes, representan solamente una parte de un sistema de corrupción más amplio. Debido a las carencias socioeconómicas e institucionales de las comunidades rurales, la corrupción se ha convertido en una práctica que estructura a comunidades rurales enteras. Un ejemplo claro de ello es la corrupción que se da en los programas gubernamentales dentro de las comunidades rurales. La cantidad de recursos que son capturados por grandes empresas agropecuarias, por organizaciones campesinas, bufetes técnicos y gobiernos estatales y locales es ejemplo de cómo la corrupción en el campo se ha convertido en la regla más que la excepción. Además, el clientelismo se ha convertido en una práctica recurrente y practicada por todos los partidos políticos en el campo mexicano durante periodo electoral. Por estas razones, si se plantea enfrentar la corrupción de manera profunda y estructural en México es indispensable comenzar por las zonas rurales.
Seguridad
Es innegable que gran parte de la violencia que sufre el país proviene de las zonas rurales. Estos territorios son el lugar de mayor producción de drogas como la heroína y la mariguana en todo el mundo. El control de estas zonas de producción ha sido causa de las batallas entre bandas criminales y las fuerzas armadas que han causado miles de muertos en el país. Además, actividades como el robo de combustible que han incrementado la violencia en el país en los años recientes tienen como epicentro comunidades rurales. Otro claro ejemplo del gran impacto de la violencia en las zonas rurales es la cantidad de alcaldes rurales asesinados; muestra la fuerza que tiene el crimen organizado en el campo. Esta estrecha relación entre el crimen organizado y las zonas rurales del país ponen a estos territorios como elementos clave para resolver el grave problema de inseguridad que sufre el país.
En estos tres grandes temas las zonas rurales representan un elemento indispensable a considerar para diseñar e implementar políticas públicas para su solución. Además, existen muchas otras razones importantes por las que las zonas rurales son de gran importancia para el país, como es la migración, la gran cantidad de recursos naturales que poseen estos territorios y la seguridad y soberanía alimentaria, entre otros.
Si lo rural es nuevamente ignorado y rezagado por los candidatos y por la próxima administración, habrá escasa posibilidad de resolución de los problemas que han carcomido al país en los años recientes. Es indispensable que el campo en México retome su importancia política, social y económica y deje de ser visto como sinónimo de atraso. Ya las zonas rurales fueron parte de la solución a los graves problemas de inicios del siglo XX en el país. Es necesario que en 2018 vuelvan a serlo.
César Suárez Ortiz es investigador de Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural
csuarez@rimisp.org.