Agronegocios

El verdadero amor es…pera

Janet González y Yussel Dardón

Santa Rita Tlahuapan, Puebla.- Existen lugares que a simple vista reflejan armonía, que invitan a quienes se aproximan a ellos a abrazar la tranquilidad y ser uno con su atmósfera; sitios que se componen de sueños y de todo aquello que pertenece a los logros conseguidos; espacios que nos hacen suponer que somos parte de un paraíso terrenal.

Así es rancho Tilmatla, ubicado en Santa Rita Tlahuapan, Puebla, un complejo colindante con San Salvador el Verde y el Iztaccíhuatl, cuidado por la familia Solano Salazar donde se siembran peras y se cosechan botellas, elementos que “florecen” cobijados por el respeto a la tierra y a la esperanza de ver en esos productos un sueño, un chispazo de originalidad y un brote de calidad.

Rodeado de árboles, custodios del tiempo y de los sueños de la familia, el rancho se ha convertido en un semillero de ilusiones y en el ejemplo de cómo un producto humilde se transforma en un tributo, en una ofrenda para el recuerdo.

Tlahuapan se caracteriza por la producción de pera-piña, un fruto difícil de comercializar por su tamaño y por ser muy fibroso, a diferencia del resto de peras que se encuentran en tienditas, mercados y supermercados. Entonces, ¿cómo hacer para que se conozca y venda? Más importante, ¿cómo darle valor agregado a ese producto?

El fruto es una botella
Rancho Tilmatla fue concebido por Juan José Solano González, quien llegó a Santa Rita Tlahuapan hace más de 50 años para brindarles a su esposa Gabina Salazar e hijos un ambiente tranquilo y sano. Los pequeños crecieron en el campo, esquivando piedras y jugando entre los árboles que sus padres sembraron con la sapiencia de quienes ven en la naturaleza el origen y el destino. En ese santuario que poco a poco fue edificándose, porque construir un espacio de paz nunca es inmediato, se apostó por sembrar un anhelo hasta verlo florecer.

Los árboles de pera-piña que actualmente crecen en una zona de inocuidad dentro del rancho donde al entrar se pide apagar el celular, utilizar gel antibacterial, no entrar con alimentos, no fumar ni escupir, crecen bajo el cuidado de las hijas de don Juan José y doña Gabina, quienes tras mucho pensar en cómo honrar la memora de su padre idearon el licor de agave con pera, un producto que semeja un tesoro por su rareza. ¿Una pera dentro de una botella?

Además de Beatriz y María Antonieta Solano Salazar, sus hermanos y cinco personas más –constituidos desde 2008 como sociedad- cuidan alrededor de una hectárea de pera-piña de donde se obtiene una producción anual cercana a cien cajas, de las cuales 30 por ciento se dedica a la producción de esta bebida y el resto a la elaboración de otros productos como mermeladas.

Pero, ¿cómo es este proceso? A finales de marzo, en la primera floración cuando las peras aún son pequeñas la familia Solano selecciona las más aptas para después meterlas en botellas, objetos de vidrio que hacen las veces de invernadero y le otorgan una maduración de calidad al fruto. Cada una de estas botellas se transforma en frutos que penden de los árboles, sostenidos con hilos y cuidados como sólo quien deposita sus esperanzas en el campo sabe hacerlo.

La cosecha llega meses después cuando el corazón de la botella se transforma en pera madura, en motor de sonrisas satisfechas. “¡Lo hicimos!”, dicen las hermanas al unísono. Entonces llevan las botellas a los procesos de lavado, llenado y etiquetado, todo de forma manual. “¡Lo hicimos!”, repiten. Y sí, consiguieron trasformar ese producto común en una rareza, en el tesoro de rancho Tilmatla

Actualidad y futuro
Cada año la familia “cosecha” mil 200 botellas de 500 mililitros y mil botellas de 150 mililitros en el mercado, de las cuales cerca de un diez por ciento se daña por lluvias o heladas, provocando que las peras no alcancen una madurez adecuada y eso evita que el producto final no alcance los estándares de calidad que ellos mismos se han impuesto.

La producción del licor de agave con pera ha incrementado en estos nueve años, el proceso ha sido largo y actualmente buscan nuevas formas de embellecer el producto y de elevar la calidad del mismo. Una botella de fondo azul, por ejemplo, hace que la pera se ilumine de forma natural y se le mire como un diamante verde-amarillo.

Otro cambio ha sido el proceso a convertirse en un producto orgánico, mismo que inició en 2016 cuando empezaron a utilizar fertilizantes naturales, mismos que les ayudaron a obtener fruta más dulce, con mejor aroma y consistencia.

En la actualidad el licor de agave que utilizan proviene de Jalisco, pero están en busca de uno de Puebla que tenga las mismas características para que el sabor no cambie sustancialmente y tenga el plus de ser un producto cien por ciento poblano.

Además de este producto Grupo Tilmatla produce mermeladas de pera, capulín, tejocote, higo y membrillo, así como licores a base de fermentación con estas frutas e incluso chamoy. Para ello han contado con asesoría de especialistas en alimentos para aplicar prácticas de higiene y preparación adecuada.

La venta del licor de agave con pera la realizan con clientes particulares, siendo la cadena Liverpool su principal distribuidor, así como el Museo del Mezcal y el Tequila de México, y están a la espera de que su producto pueda ser comercializado con clientes fijos ya sean nacionales o extranjeros.

Para Beatriz Solano Salazar es lamentable que no existan apoyos económicos para los productos artesanales, y revela que en su caso ellos han arriesgado la economía familiar porque tienen fe de encontrar a la persona adecuada para llevarlo a otros países.

¿Qué sigue para Grupo Tilmatla? ¿Qué otros frutos veremos en botellas? ¿Durazno, tejocote, membrillo? Por el momento la familia Solano Salazar sabe que todo lleva su tiempo, que las sorpresas que preparan se cocinan a fuego lento. Saben, más que nadie, que el amor es…pera.

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