“Juan Bananas”, referente de repostería en Nayarit
- Al tener plátanos y no poder comérselos todos, decidió hacer pan y venderlo; hoy sus vecinos no cenan sin sus productos
SAN BLAS, NAYARIT.- Juan Francisco García llegó en 1970 a la ciudad y puerto de San Blas, en el estado de Nayarit, cálidamente bañado por el océano Pacífico. Llegó en busca de hacer algo en la vida, y transformado en “Juan Bananas”, hoy es una leyenda viva de la repostería en toda la geografía estatal.
Prepara y vende pan de plátano en barras grandes, chicas y muffins, natural o combinados con nueces, almendras, frutas con semillas, chocolate, arándanos o coco, y empanadas de frutas naturales, coco, piña y plátano. También galletas de avena, budín de plátano, muffins de elote y zanahoria y pays de coco, guayaba, plátano y queso con zarzamora.
Al llegar a San Blas, el visitante no tiene necesidad de preguntar por “Juan Bananas”. El aroma a pan, a horno caliente, a panqué con nuez, coco, y otros ingredientes ciento por ciento naturales seleccionados por el creador de ese pan artesanal en su cocina, lo guían hasta el tendajón, pequeña terraza desde donde despacha. A unos metros, su factoría.
“¡Ya salió el pan!”, anuncia un letrero que el repostero cuelga en su negocio de cuando en cuando. En realidad ni falta hace, porque los vecinos y turistas llegan solos a hacer fila sin que su ánimo se altere, aun cuando deban esperar varios minutos. Una clientela fiel por satisfecha, parece no cansarse por degustar cotidianamente ese pan único en Nayarit.
Con el propósito de ofrecer a su clientela, que es casi todo San Blas y de más allá de sus fronteras, productos frescos, su producción está limitada a la demanda diaria, por lo que sugiere a sus clientes hacer sus pedidos con anticipación. Sin embargo, detrás del famoso “Juan Bananas” hay una historia que contar, misma que inició hace ya casi medio siglo.
“Era un adolescente. En 1970 me establecí en un lugar llamado ‘La Tumba de Yako’, en el Centro de San Blas. Tenía a mi alrededor mucha vegetación y animales de la región, pero sobre todo plátanos, muchos plátanos”, narró este hombre de complexión delgada, cabello largo y abundante que ya peina canas a sus más de 60 años.
Los recursos económicos eran muy pocos, y en contrasentido, las necesidades muchas. Se hacía licuados de plátano con leche condensada, porque no había leche fresca por allí. “Para acompañar esa bebida comencé a hacer pan de plátano y un día, un amigo lo probó, le gustó, y me animó a elaborar pan para venderlo; de inmediato me regaló un recetario”.
En 1973, Juan Francisco comenzó a elaborar pan de plátano para vender, como una forma de aprovechar el excedente de esa fruta en la zona y de ganarse algunos pesos para comer otra cosa, vestirse y calzarse. A 45 años, el pan de “Juan Bananas” se considera una parte fundamental de la gastronomía regional de Nayarit que llena de orgullo a ese personaje.
Incluso, artistas de diversas disciplinas, sobre todo escritores que por cuarta ocasión se dan cita en la capital nayarita para ser parte del Festival Letras en Tepic, que concluyó este lunes, asisten a comprar el pan de “Juan Bananas”. Lo mismo hace el turismo local, nacional e internacional desde hace años.
“Mi idea nunca fue crear un emporio panadero, sólo quería aprovechar esa fruta que se da generosamente por aquí y servir a la comunidad. Desde hace varias décadas el negocio se ha convertido en importante fuente de empleo, sobre todo para jóvenes, quienes a la par hacen carrera y luego emigran para desarrollarse profesionalmente”, señaló.
El negocio no sólo ha representado una fuente de ingresos para Juan Francisco, sino una forma de vida, tanto para su familia como para sus vecinos, ya que ha tejido una red de amistad y aprecio a su derredor. Hay clientes que sin cesar, acuden a comprar ahí su pan. “Sin embargo, de mis cuatro hijos ninguno ha dado muestras de desear seguir mis pasos”.
El secreto del éxito radica, entre otras cosas, en que no elabora el pan de modo industrial sino conforme la demanda. “Lo que comenzó como una aventura se convirtió en una forma de vida, una filosofía y una identificación con la naturaleza y su cuidado. No despacho el pan en bolsas de plástico, sino de tela que regalo a los clientes recurrentes”.
Desde el punto de vista social, ha tenido un impacto muy fuerte, al convertirse en una industria casera, de fuerza laboral para los jóvenes y de educación ambiental para los niños. “Quienes han trabajado aquí y se han ido, se dedican a otras actividades pero no a la panadería. Mis propios hijos tienen objetivos propios y diferentes”, dijo el entrevistado.
¿Hacia dónde va “Juan Bananas”? “Creo que la vida me trajo aquí para cumplir con una misión, con la gente y el medio ambiente. No sé cuánto tiempo me quede por delante, pero el que sea, lo seguiré dedicando a hacer pan de plátano, a ayudar a los jóvenes y a las personas de toda la comunidad y a seguir inculcando en la niñez el amor al planeta”.