Hacienda Márquez, para intrépidos y enamorados de la naturaleza
- Llegar a este lugar en una experiencia sin comparación: es aventurado, encantador y mágico
ZACATLÁN, PUEBLA.- Si algo tiene Puebla es que su magia se encuentra en todos lados. Incluso los lugares más alejados guardan tesoros que nos hacen sentir orgullosos no sólo de vivir en este estado sino de formar parte de México.
Tal es el caso de Hacienda Márquez, a unos 30 minutos en auto del centro de Zacatlán. No se llega fácil. Para quienes gustan de la aventura pueden cruzar el río en cuatrimotos; o bien, los dueños del lugar les ofrecen el transporte del centro hacia la hacienda en vehículos adecuados, seguros y cómodos.
El sitio vale muchísimo la pena: habitaciones cómodas y acogedoras, pasadizos entre una estancia y otra que son parte de la construcción original del siglo XVIII. La cocina tradicional es estupenda, el comedor con asador enfrente y una caída de agua natural que es música para la sobremesa.
Los patios son amplios, con terrazas habilitadas en cualquier parte de la hacienda, pero lo más increíble de todo es el río: el imponente cauce que ha quedado casi vacío porque la corriente se entuba desde ahí para alimentar la presa de Necaxa. El siseo que provocan los hilos de agua que
corren entre los cerros boscosos, siempre verdes, es encantador. Puedes sentarte a contemplar el bosque y la neblina por horas.
Si eso ya de por sí es fantástico, el servicio es inigualable. La familia Márquez, propietaria de la hacienda, ha levantado y abrazado ese lugar de herencia familiar para compartirlo con sus amigos y visitantes. De noche y de día siempre atentos, encantados de convidarles un café por la mañana o por la tarde, tlacoyos en salsa verde, pan de queso, gorditas con chiltepín y un montón de antojitos zacatlecos capaces de complacer al más avezado tragón.
¿Niños? Ellos son felices de recoger piedras en el río, correr en el patio, jugar en la casita del árbol, caminar en el bosque. Como ellos mismos dicen en sus redes sociales: “el tacto revive al olvidar las texturas sintéticas de la ciudad y sentir la corteza de los pinos, los encinos, la humedad en las hojas y la tibieza de los ríos y entonces nos damos cuenta de que estamos inmersos en un mundo diferente y lleno de contrastes, dentro de un marco escénico de belleza natural indescriptible”.
¡Visiten Hacienda Márquez, les encantará!