Entrevistas

Liliana Martínez Lomelí, la mirada de la sociología y la comida

Luisa Rentería
  • La columnista del diario El Economista, habla sobre su trayectoria y su visión de la gastronomía desde su perspectiva como socióloga.

PUEBLA, MÉXICO.- Empecé esta entrevista con emoción y mucha curiosidad por conocer a Liliana Martínez. Por casualidad, como es normal que ocurran las cosas, encontré los artículos de Liliana en el periódico El Economista y desde el primero me enganché. Mientras buscaba información para mi tesis, leyendo e investigando, aterricé en los sobresalientes artículos que mi entrevistada realiza desde hace años en un periódico especializado en economía, no en comida.

Yo venía de investigar y leer a periodistas, reporteros, investigadores y antropólogos de la comida, pero no estaba familiarizada con los sociólogos. Por eso me quede, porque Liliana es socióloga y todos los puntos de vista con lo que observaba la comida, eran bajo esas aristas. Me gustó su tipo de escritura y los temas que abordaba, tan cotidianos y obvios; pero, cuando los leí, no eran tan obvios como pensé. Ahí estaba lo diferente y fascinante. Ella escribe sobre la comida bajo el análisis político, económico y principalmente sociológico. Poco de eso hay en México.

Cuando decidí entrevistarla, lo hice como normalmente lo hago: a ojos cerrados, sin expectativas ni esperanzas, sino con mente y ojos que disfrutan de las sorpresas.

Liliana es licenciada en nutrición por la Universidad de Guadalajara; maestra y doctora en sociología por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS), de Paris; directora y fundadora de Fundación para la Alimentación y el Desarrollo en México (FUNALID) y Spreading Knowledge Foundation, en Miami. Desde el 2015 escribe en la columna semanal Punto y Como, en el periódico El Economista. También habla en radio con Martha Debayle sobre comida, bajo su proyecto Punto y Como; y tiene su propia página web en: (lilianamartinez.org)

La entrevista empezó con un saludo nervioso de mi parte, entre risas y muchos agradecimientos. Liliana, como buena platicadora y mujer extremadamente curiosa, abre la plática preguntándome qué hago y quién soy. Eso me traba un poco la mente, ya que la entrevistadora terminó entrevistada, pero, de inmediato reacciono y empieza nuestra conversación.

Nuestra plática principia con el tema del periodismo gastronómico, donde Liliana lo define como un oficio, en lugar de una formación o profesión, esto a causa de su ausencia: “Uso la palabra oficio, para referirme al periodismo gastronómico que supuestamente se hace, porque hay mucha gente que cree que es una labor de la socialité, donde vas a los restaurantes y te regalan comida” (risas), menciona Liliana.

¿Cómo iniciaste tu carrera en la gastronomía?

Inicié estudiando nutrición porque amo la comida. Mi papá influyó mucho porque él siempre nos llevaba a todas partes a comer: a los restaurantes o al mercado. Cuando elegí mi carrera en aquel tiempo, estaban gastronomía y nutrición y opté por la segunda porque quería saber todo de la comida desde su origen: tanto la parte química y la cultural.

¿Ejerciste tu profesión?

Sí, pero muy poco en la parte clínica, me enfoqué más en la investigación de nutrición, así que empecé a indagar en los trastornos de la alimentación en adolescentes. Sentía que en cierta manera, ejercer mi profesión de nutrición y dar consultas, perpetuaba algunas ideas con las que yo no estaba de acuerdo y cuando estaba haciendo mi servicio social, me di cuenta que me gustaba más la sociología de la investigación y empecé a hacer mi maestría, donde hice mi investigación en la recopilación de datos cualitativos sobre las vías alimentarias de los migrantes malienses que viven en Ile de France; y en el doctorado fue sobre la comensalidad extra doméstica en Guadalajara (de donde soy) y México.

La importancia de la investigación y el lenguaje académico, en muchas ocasiones se queda en eso: en las academias, ponencias y congresos académicos, pero, pocas veces trasciende al plano social, donde las problemáticas son reales y tangibles, “Yo no quería que eso me sucediera, porque sí está muy bonito presentar tus investigaciones y que los investigadores te aplaudan, pero ¿de qué sirve tener tanta investigación si no se va a poner a la práctica?”, expresó Liliana, al referirse que las investigaciones tienen una finalidad, que es demostrar la problemática bajo el método científico.

¿Quién te invitó a escribir en El Economista?  

Tenía un conocido y a raíz de mis investigaciones me invitaron. Lo tomé como un reto personal para ver si de verdad era buena explicando temas académicos complejos de manera más sencilla.

¿Cómo te va hablando en la radio?

Cuando voy al programa de radio de Martha Debayle es muy diferente a cuando escribo para el periódico, porque en radio tengo la apertura de dejarme ir platicando, al contrario de El Economista. Esto es porque tengo un número limitado de palabras para escribir. Al contrario, en radio, estoy platicando y la información fluye mucho más.

¿Cómo llegaste el programa de radio de Martha Debayle?

Me invitaron. Igual que tú, igual que en el periódico.

¿Me puedes platicar de tu fundación?

FUNALID (Fundación para la Alimentación y Desarrollo De México), la fundé con mi esposo, él es mi socio, pero yo soy la que se hace cargo de todo y la dirige. La fundamos en el 2017. No me gusta mucho platicar de ella en mis redes sociales porque es mi trabajo personal. A pesar de ser una fundación, nosotros no recibimos dinero de caridad, sino que creamos proyectos e investigaciones que metemos a concursos. Tengo un equipo, formado principalmente por antropólogos, porque hay más de ellos que sociólogos de la comida. Ellos me ayudan a investigar. También a través de la fundación damos consultorías a restaurantes, y todo es muy confidencial, por eso mismo no promuevo tanto mi fundación en mis redes sociales, porque es algo más profesional y personal.

EL APUNTE

Entrevistar a Liliana Martínez me dejó ver que es una mujer con un asaz de información por compartir, quien ama la comida e investigación sobremanera y quien domina la plática y conversación de una forma amable, carismática y elocuente, siempre buscando y expresando sus pensamientos bajo sus conocimientos y pasión. La entrevista estaba pensada para ser breve, por lo que le pedí 30 minutos de su tiempo, mismo que se convirtieron en dos horas de plática, aprendizaje y asombro, de mi parte.

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