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Doña Fidelia, testigo del paso del tiempo y del tradicional trueque de San Pedro Cholula

Magdiel Olano

Fotografías: Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- Cada 8 de septiembre, día de Nuestra Señora de los Remedios, la explanada principal de San Pedro Cholula, Puebla, se viste de colores y miles de personas para dar paso a una tradición milenaria en el lugar: el trueque, una práctica de intercambio de bienes que ha sobrevivido pese al tiempo y el cambio de condiciones en el pueblo.

Apenas comienza a clarear el día, los alrededores del Zócalo de San Pedro ya están repletos de gente que se alista con verduras, frutas criollas, hierbas de olor, plantas medicinales, cacahuates o utensilios de barro, madera, canastos, incienso y hasta ropa para intercambiar.

Desde hace casi 80 años, doña Fidelia Medina se da cita en la Plaza de la Concordia junto a centenares de comerciantes para formar parte de esta tradición con la que antiguamente los cholultecas veneraban a Quetzatcóatl, “Dios de los mercaderes”.

Cargando tanates de manzanas panocheras y nueces de su huerto, Doña Fidelia viajó como desde que tenía 8 años desde la vecina localidad indígena de San Lucas Atzala, municipio de Calpan, para cambiar su fruta por otros bienes.

Cántaros, sopladoras, cazuelas, juguetes de madera o muñecas de trapo, son algunos de los productos recuerda que su padre intercambiaba de pequeña, la misma época en que las tierras de cultivo en Cholula eran más amplias que los mares de concreto que ahora se ven en la ciudad.

Doña Fidelia narra que cuando era pequeña, junto a su familia esperaban una noche antes el gran día de trueque en los portales alrededor de la Plaza Principal para resguardarse del frío o las lluvias que caen por la época, pero más tarde el Ayuntamiento dejó de permitirlo.

“¡Ay, madre mía y de Guadalupe!”, expresa sorprendida la señora sentada en un banquito junto a su puestecito de frutas al recordar que en aquellos tiempos el trueque era muy diferente:

Antes, los artesanos de palma eran quienes sobresalían en el paisaje junto al Kiosco del parque, previo a que los juegos mecánicos llegaran a instalarse en la zona para la Feria de Cholula. Entonces, cuando el tren pasa por la calle polvorienta y no se había construido la estación, la familia de Fidelia cambiaba queso y cecina por alguna cazuela, sopladeras para el carbón donde cocinaban la carne, tortillas o quizá alguna muñeca de trapo que su papá le regalaba.

El año pasado el trueque fue imposible, se suspendió por la pandemia; y este 2021 vallas de metal rodearon el Zócalo para regular la entrada y salida de personas a la plaza y evitar contagios de Covid-19, aunque eso no impidió que en el sitio tuviera cientos de personas recorriendo los pasillos improvisados entre los puestos.

EL PASO DEL TIEMPO

Testigo de los cambios que ha tenido esta práctica ancestral al haber asistido desde 1942, Doña Fidelia ahora de 87 años, una de las comerciantes más ancianas del sitio, observa que el cambio más significativo ha sido la transacción, pues hora los productos igual pueden cambiarse por otro bien, igual por dinero:

Por 20 pesos, el comprador puede llevarse una medida pequeña de manzanas criollas, o por 30 una cubeta un tanto más grande con la misma fruta.

“¡Uy!, nosotros antes cambiábamos las sopladeras, juguetitos, las muñecas pintadas para los hijos chiquitos, ¡pero ya tiene años! Gracias a Dios todavía cambiamos… cambiamos, vendemos, cambiamos, vendemos”.

Los tres hijos de Fidelia ahora tienen nietos, muestra del tiempo que ha sido una más de las personas que preservar esta práctica milenaria en San Pedro Cholula, la cual incluso se busca que sea reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de Puebla.

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