La ciencia debe entender la cosmovisión de la medicina tradicional
MÉXICO.- Para entender la medicina tradicional herbolaria que se utiliza desde la época prehispánica, es necesario que en el siglo XXI la ciencia reconozca la cosmovisión indígena que llevó a antiguos curanderos a hacer uso de plantas para sanar el cuerpo y el alma, reconoció el doctor Carlos Viesca Treviño, del Departamento de Historia y Filosofía de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Al dictar la conferencia “Medicina tradicional y herbolaria (Tenochtitlan)”, realizado en el marco del Seminario México Tenochtitlan Siete Siglos de Historia, el especialista señaló que los recursos de la medicina tradicional mexicana hay que verlos con una dimensión “del cuerpo y los recuerdos”, pues los mexicanos son los herederos de una de las culturas madres de la humanidad.
“En las antiguas culturas tenían una visión del cuerpo “funcional-central”, relacionada con el mundo y el universo y los astros”.
Viesca Treviño recordó que la medicina tradicional es la que se transmite por tradición familiar, por comunicación verbal, de madres y padres a hijos e hijas.
En las culturas indígenas, explicó, son las mujeres quienes principalmente practicaban la medicina tradicional por factores como su forma de ser, la delicadeza, el manejo de las plantas y orientación a ciertas especialidades que la hacían la persona más indicada, cosa que no pasaba en otros países; ejemplo de ello Tzapotlatena, quien es la diosa de la medicina.
México, dijo, cuenta con todo tipo de ecosistemas, desde zonas desérticas, semideserticas, bosque tropical, vegetación de altas montañas o vegetación de altiplanos que le confieren una riqueza importante en recursos.
Se estima que son más de 2 mil 200 plantas útiles en el territorio nacional, mientras que los únicos países que podrían equipararse a éste serían Brasil y China, pues incluso en la India no existe tal cantidad de plantas útiles.
Durante el evento organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (Sectei), dijo que los plantas que fueron importadas de Europa a partir de la llegada de los españoles fueron resignificadas en el mundo prehispánico.
Por ello es que para entenderlos en el siglo XXI dónde predomina el pensamientos occidental, es necesario volver a repensarlo como en las culturas prehispánicas, de acuerdo con su propia visión del cuerpo, del hombre y de la dinámica del mundo; a partir de ello se podrían generar estudios científicos de complejidad para conocer el funcionamiento de las herbolaria en la medicina.
“Tenemos esta visión del cuerpo (porque) si no, no entendemos por qué se recetan muchos de los medicamentos de la medicina tradicional (…). Tenemos muchos medicamentos de carácter sistémico que no funcionan como lo entendieron los médicos españoles del siglo XXI, tenemos que entenderlo desde esta visión del cuerpo y si no lo entendemos así, no estamos entendiendo de qué se trata”.
PRINCIPALES TEXTOS DE HERBOLARIA
La doctora Abigail Aguilar Contreras, bióloga y maestra en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recordó que uno de los principales texto de herbolaria fue el “Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis” (Librito de las yerbas medicinales de los indios), conocido oficialmente como Códice de la Cruz-Badiano editado en 1552. Éste fue escrito en náhuatl por el médico indígena Martín de la Cruz y traducido al latín por Juan Badiano.
La obra cuenta con 185 ilustraciones, todas las plantas con nombre en náhuatl, se ven las raíces y cuentan sobre el hábitat de cada planta, y se trata del primer libro de botánica donde se habla de varias plantas como el guayacán, tabaco, cacao, vainilla, doradilla, chilillo, siempreviva o la hierba del sapo.
La información de esta verdadera “joya histórica y botánica” está sistematizada, es decir, ordenada por padecimientos que comienzan en la cabeza y terminan en el dedo gordo del pie, pero también se habla de eventos en la vida como el nacimiento y la muerte.
En el siglo XVIII, se llevó a cabo la Real Expedición Botánica a Nueva España, una de las más complejas entre las muchas expediciones científicas que organizó la Corona española, fue encabezada por José Mariano Mociño, médico mestizo y Martín de Sessé, del cual surgió el libro “Plantas de la Nueva España”, con más de 200 de ellas.
Ya en el siglo XIX se creó el Instituto Médico Nacional, donde se trabaja a nivel experimental por decreto presidencial en tiempos de Porfirio Díaz; más tarde, en el siglo XX con apoyo de la Organización Mundial de la Salud, se creó, el Instituto Mexicano para el Estudio de las Plantas Medicinales (Imeplam) dirigidos por el doctor Xavier Lozoya Legorreta.