Peyote, cactus sagrado para conectar con los antepasados
MÉXICO.- A pesar de ser considerada como de “efectos diabólicos” desde hace 400 años y ser prohibida por el Santo Oficio en toda la Nueva España, el hikuri (peyote) se ha continuado usando por grupos indígenas del centro-norte del territorio novohispano para llevar a cabo rituales tradicionales que forman parte integral de su cosmovisión.
Esta resistencia ha permitido a pueblos originarios como los huicholes, coras y tarahumaras mantener su ritualidad, tal como lo expresó el antropólogo Arturo Gutiérrez del Ángel durante el conversatorio virtual “Las culturas de un cactus sagrado”, que organizó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El investigador de El Colegio de San Luis mencionó que la planta está relacionada con el sofisticado sistema de comunicación de los wixaritari (huicholes), el cual implica no la palabra hablada sino el lenguaje no verbal, encarnado en sus rituales, una “geocosmogonía” compuesta por una serie de saberes, cantos o danzas.
“Sus rituales son una especie de holeografía; para los wixaritari el centro está donde están ellos. Para el pensamiento occidental es difícil comprenderlo, uno puede decir: ‘vamos a hablar del peyote’, pero lo que he aprendido es que el hikuri (peyote) irradia su esencia hacia cada uno de los elementos que componen a la cultura, convierte a la persona en un vaso comunicante (nierika) con el lugar de los sueños: Wirikuta, donde estamos todos”.
LA DEFENSA
De acuerdo con Del Ángel, detrás de la oposición a proyectos extractivistas que atravesarían rutas y puntos de peregrinación de este pueblo, está la defensa de un territorio visto como un organismo vivo con implicaciones extremas, pues “para los wixaritari una gran excavación en el territorio sagrado del Wirikuta, es tan grave como sería para los guadalupanos el que destruyan el Cerro del Tepeyac”.
Por su parte, el docente Tutupika Carrillo de la Cruz, dedicado al estudio y enseñanza de la lengua wixarika y miembro de esta comunidad, enfatizó que la interrupción de los elementos que componen la ritualidad entre los huicholes, como la cacería del venado o la colecta del hikuri, podría llevar al desequilibrio espiritual de la comunidad y las familias; caso similar ocurre con el maíz, otra planta esencial en la cosmovisión de esta cultura
Carrillo de la Cruz explicó que la peregrinación a Wirikuta puede ser solo espiritual:
“Cuando una niña o un niño nace, los padres acuden con los abuelos para que sea presentado ante los antepasados. Este momento, en el que se invocan los cinco lugares sagrados, representa el primer rito, a partir del cual la persona es reconocida por sus ancestros y las deidades”.
El par de especialistas coincidió en que, entre los huicholes, la ritualidad es parte del trabajo diario: los ayunos, los desvelos, la recolecta y elaboración de alimentos que integran las ofrendas, son una labor que contribuye a la cohesión familiar.
Durante la conferencia, compartieron que los nativos de Norteamérica organizan rituales como el de la “Iglesia Nativa Americana”, el cual se realiza por las noches, cuando los devotos se congregan dentro del tipi (tienda cónica legado de su pasado seminómada) alrededor del fuego y el sacramento (peyote), que funciona como vehículo para entablar una relación directa con la manifestación divina: el ‘gran espíritu’ o el ‘gran misterio’”.
EL APUNTE
El ritual dura alrededor de 12 horas e implica rezos colectivos por la salud o el bienestar moral o económico de una persona, un enlace matrimonial o por la culminación de un ciclo natural como los cambios de estación o la jubilación de un líder espiritual.