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De aquí pa’ llá… Sucede, es real

Vicotrópico

¿Recuerdas cuando el Halcón Milenario le daba a todo power? Pues es más o menos así, pero más despacito… y las luces y las cosas sí se estiran a tu paso, solo que la relación cuadros por segundo es muy distinta. No dejes que te engañen, sucede y es patente.

Hay que prestar atención a todas las señales, echar un vistazo al cielo y a los lados, un pájaro puede darte la clave premonitoria del día que hay que abordar. Lanzarse al flujo del mundo en un acto intencionado; puede que te hayas acostumbrado pero la emocioncilla a nivel panza se siente, siempre se siente, me parece que es donde reside lo que nos queda de niñez y se conecta con un escondrijo en los ojos.

Iniciar el recorrido es aventarse, recomiendo un grito de guerra -inventado o prestado- que le haga saber a tu micro cosmos que ya vas.

Y de alguna manera todo se trastoca, esas primeras pedaladas te convierten en el espectador de la elongación del mundo que presencias al frente.

Es tu viaje y el de todos, porque tanto bonito hay que compartirlo, por eso (junto a otras muchas cosas) lo hacemos ¿veá? Tu propia aeronave, tú tu motor, el viento en la cara, la respiración a tono con la subida que llevas a cambios oportunos: crac – tran – grrt grrt grrt – ffhhgg fffhhh – ¡aahhh! – el mundo se onomatopeyiza y entre todos y todo armamos el ensamble del momento: bicicleta, respiración, aleteo, trino, pasos, maullido, escape, caucho contra asfalto, puertas, trapazos, motor, claxon, radio, estática, viento, palabras, ladridos. Hemos sido activados bajo el heliotropismo y estás nuevamente siendo testigo de las intersecciones que arman el supuesto de la realidad.

No dejes que te engañen, todo es subjetivo, pero sucede, es así o más o menos así, lo sabes.

Viene una tonada a tu cabeza y la dejas salir haciendo el túnel con tus labios; aportas música, recuerdas que vas sobre tu bici camino a cumplir tu misión: ¡Qué mejor manera de hacerlo!

Pegado a la acera derecha, los autos casi rozando por tu izquierda, atraviesas el entramado de sonidos, eres una flecha guerrera, la sonrisa interrumpe tu tonada, eres consciente de la bella rebeldía al saberte ciclista en un mundo que sacraliza al motor. Te escurres en virajes extraños entre las láminas, enfilando hacia el quiebre en tu ruta, escuchas desesperados pitidos, girar la cabeza constantemente es hábito, parte del arte está en predecir la imprudencia y la soberbia del otro, buenos frenos están obligados, el sol de lleno en tu cara, las piernas endurecidas, un camión que desplaza aire – viento de la ciudad.

Sigue cortando tu camino, suda, disfrútalo desde la panza y al exterior, profiere tu grito de guerra y percibe el micro estiramiento porque ¿sabes? ES REAL.

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